2024-2025
Hay años que se despiden con fervor, alegría y muchos sentimientos. A este 2024 lo más aconsejable es sacarlo a patadas y ponerse en guardia como boxeador pendenciero para recibir a su primo hermano o tal vez gemelo, 2025.
Es que por mucho que se diga desde un púlpito o tribuna que el nuevo será mejor, basta con tener poca masa gris en la bóveda craneal para percatarse que será igual de ácido o con mayor intensidad de este que espantamos con categoría de “non grato”.
Por un lado, una economía sin ingredientes novedosos para dar el salto necesario. En otro, ese trío de mosqueteros que desenfundan odio hacia la isla cada que abren la boca: el rubio Trump, el cubano Rubio de secretario de Estado, y ese otro también medio “rubiango” de origen insular llamado Mauricio Claver-Carone como encargado del Departamento de Estado con ojos en América Latina.
Un tres en uno empeñado en agravar más las cosas de lo que están. Veamos si se cumple el aquello de que guerra avisada no mata soldado y no se haga como el avestruz, que todavía los estudiosos no se ponen de acuerdo dónde oculta la cabeza ante el peligro.
En punto y aparte los desmanes de la madre naturaleza que se dio banquete con huracanes y terremotos. Ni se sabe -que no es un decir-, el daño económico en números que causaron.
Un año fatal, inolvidable, con falta de electricidad, medicamentos, alimentación, transporte. De todo en demasía.
Sí, 2024, ojos que te vieron ir, ojalá jamás te vean regresar…
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Ojos que te vieron ir, 2024
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