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¿Necesita la economía alemana las relaciones comerciales con Rusia?

¿Qué tan confiable es un socio que puede alterar el mundo entero de la noche a la mañana con decisiones solitarias? ¿Pueden repararse las relaciones, y en caso contrario, es posible para Alemania decir adiós al comercio con Rusia?

«Muchos me han dicho muy claramente con respecto a Rusia: no se puede seguir haciendo negocios con este régimen», comentó el presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI), Siegfried Russwurm, pocos días después de la invasión rusa a Ucrania el 24 de febrero.

«Muchas empresas están considerando las consecuencias de retirarse de Rusia, incluso sin sanciones», declaró Russwurm al periódico «Handelsblatt».

«Todos quienes actúan en el plano económico deben analizar ahora sus relaciones comerciales y examinar cuidadosamente lo que es justificable», advirtieron los bancos operados por las iglesias, entidades sociales y de sostenibilidad de Alemania en una declaración conjunta a principios de marzo.

Carsten Mumm, economista jefe del banco privado Donner & Reuschel, explicó que espera una «reorganización de las relaciones comerciales mundiales» como consecuencia de la guerra de Ucrania.

«La tendencia a la regionalización de la producción y los esfuerzos de las economías y empresas por ser menos dependientes de los Estados como proveedores individuales… será probablemente una de las fuerzas económicas impulsoras en los próximos años», vaticinó.

Una buena noticia desde la perspectiva alemana: Rusia no es realmente significativa como mercado de ventas para la mayor economía de Europa en términos macroeconómicos, ya que solo un 2,0 por ciento de las exportaciones germanas van al país presidido por Vladimir Putin.

El comercio ya se había reducido tras las medidas punitivas que siguieron a la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014. El año pasado, según la Oficina Federal de Estadística de Alemania, la Federación Rusa ocupó el decimocuarto lugar entre los principales países consumidores de productos «Made in Germany», con algo menos de 27.000 millones de euros (29.370 millones de dólares).

Los fabricantes alemanes suministraron principalmente maquinaria, vehículos de motor y productos químicos.

Pero, ¿con qué rapidez puede Alemania independizarse de las importaciones rusas de materias primas? El gas natural y el petróleo crudo representaron casi el 60 por ciento de las importaciones alemanas procedentes de Rusia el año pasado, con un valor de 19.400 millones de euros.

Asimismo, el 55 por ciento de las importaciones de gas natural de Alemania proceden de la Federación Rusa, en el caso del petróleo la cuota es del 35 por ciento y del 50 por ciento cuando se trata de la hulla.

«El cambio a otros mercados de venta y aprovisionamiento no es fácil y, por lo general, no es posible a corto plazo», comentó Dirk Jandura, presidente de Asociación Alemana de Comercio Exterior (BGA).

«Las barreras comerciales ya se han extendido por todo el mundo con el inicio de la pandemia del coronavirus. Muchas empresas tienen que prescindir ahora, además, de los proveedores de Ucrania y Rusia. Aquí se ve afectada, por ejemplo, la importación de materias primas, desde el aluminio hasta el carbón o el trigo», añadió.

En una encuesta publicada por el semanario «Wirtschaftswoche», el 60 por ciento de los alemanes estaba a favor de prohibir la importación de gas ruso.

El gobierno alemán se esfuerza por lograr una mayor independencia energética. Pero el cambio no se produce de la noche a la mañana. Incluso las instalaciones de producción de los fabricantes de automóviles, por ejemplo, no pueden construirse simplemente en otro lugar.

Según apuntó Mumm, la Rusia de Putin también tendrá que reorientarse: «A medio plazo, Rusia tendrá que vincularse más a China por falta de alternativas. Pero como China depende mucho menos de Rusia, es probable que Pekín determine los términos de la futura cooperación».

Putin está «más o menos señalando a Rusia el camino del declive económico», dijo Stefan Kooths, vicepresidente del Instituto de Economía Mundial (IfW), en un programa del canal público alemán ARD. «La globalización se está invirtiendo en Rusia», añadió.

Esto también tendrá consecuencias para los socios comerciales, debido a que las empresas ya no se limitarán a recortar las cadenas de suministro globales para conseguir la máxima eficiencia en los costes, sino que las examinarán cada vez más para comprobar su fiabilidad.

En este escenario, los consumidores alemanes deben estar preparados para un aumento de los precios. Si la producción vuelve a Alemania desde los países con salarios bajos y las empresas tienen que mantener más existencias de materias primas y piezas, esto provocará costes que, tarde o temprano, acabará pagando el consumidor.

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Jörn Bender

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