Los trabajadores de la limpieza de este centro han iniciado una huelga indefinida contra los despidos que planea la concesionaria, y que acompañarán de diversas acciones de protesta. El hospital Ramón y Cajal va camino de convertirse en el nuevo foco de la lucha contra las privatizaciones de Javier Fernández-Lasquetty. Los trabajadores de la limpieza de este centro han iniciado una huelga indefinida contra la concesionaria del servicio privatizado por el consejero de Sanidad el pasado verano, Clece, filial de la constructora de Florentino Pérez (ACS) que planea una reestructuración de la plantilla que podría dejar en la calle a 63 empleados. Este colectivo ha decidido poner en marcha diversas acciones de protesta en el hospital para complementar los paros.
Según han indicado los trabajadores a través de las redes sociales, la huelga ha empezado con fuerza y se ha dejado sentir en cada rincón del hospital desde el principio. Algo a lo que, sin duda, parece haber ayudado la recogida de firmas que ha iniciado el colectivo en el hall del centro, y con la que quieren lograr el apoyo de los ciudadanos a sus protestas.
Asimismo, la plantilla de la limpieza ha convocado este miércoles 15 de enero una concentración a las puertas del Ramón y Cajal, que empezará a las 10.30 horas y a la que han invitado a sanitarios y pacientes para denunciar los recortes de Clece, que gestiona la limpieza de varios centros desde el pasado verano junto con Ferroser Servicios Auxiliares, filial de Ferrovial.
Precisamente las acciones que se han preparado en este hospital son similares a las que surgieron a finales del 2012 en el céntrico hospital de La Princesa, y que fueron el germen de la Marea Blanca. En el centro ubicado en pleno barrio de Salamanca se instalaron mesas para recoger firmas contra el Plan de Medidas de Garantía de la Sostenibilidad impulsado por Lasquetty, y fue el foco de numerosas concentraciones de sanitarios y pacientes contra las medidas de la Comunidad de Madrid.
Ahora el Ramón y Cajal parece haber tomado el relevo para intentar frenar los planes de Clece, cuyos ajustes son, según los sindicatos, “muy grandes” y podrían mermar la calidad del servicio, poniendo incluso en riesgo el cumplimiento de las mínimas condiciones de higiene y salubridad exigidas para un hospital de estas dimensiones.
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