El punto cubano, que así se le conoce también por tierras canarias, acaba de ser en declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Enhorabuena por la decisión del comité de la Unesco que, reunido en Jeju, Sudcorea, tuvo a bien en revisar tantos expedientes para llegar a tan significativa distinción.
Los orígenes y desarrollo de tal modalidad socio-cultural propia de los campos, no se pueden encontrar en los esclavos africanos que llegaron en su momento, ni en los pocos aborígenes que existían en la isla al arribo de la colonización a pesar del esfuerzo de algunos historiadores en hacernos ver que ellos, “los indios”, fumaban ya puros y jugaban a una suerte de béisbol.
No señor, fueron humildes labradores canarios (se les decía isleños) y andaluces los que sembraron la semilla con las tonadas y versos que trajeron consigo hasta que en el siglo XVIII la criatura cubana comenzó a andar por sí misma hasta nuestros días.
Auténticos bardos tenemos ya que en nuestros campos abordan temas cotidianos y sucesos de diversa naturaleza gracias a su enjundiosa improvisación.
Bien que me gustaría escuchar la picaresca décima en torno a ese “dimequetediré” que involucra a Rajoy, al rey y hasta el incansable Dastis en lo referido a la visita a Cuba, que si voy, que si no voy, que espera, que tranquilo, que luego te digo porque ahora no es conveniente…
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Mucho de sangre española tiene el punto cubano
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