Clara Selva Olid reclama medidas públicas para reducir la discriminación que sufren las mujeres en la menopausia. / Oriol Duran
De hecho, es una transición aún hoy poco conocida -y con muchos mitos erróneos- incluso para las propias mujeres, como denota el hecho de que la mayoría desconocemos las diferencias entre climaterio, menopausia o perimenopausia.
La menopausia ha estado históricamente envuelta en estigma, tabú y silencio, y cada 18 de octubre se intenta luchar contra ellos
La psicóloga e investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Clara Selva Olid se centra en estudiar, precisamente, este periodo vital para romper la discriminación que aún lo rodea y concienciar sobre su impacto en la calidad de vida de las mujeres.
La experta reclama medidas públicas en los ámbitos social, político y organizacional para reducir la exclusión que sufren las mujeres. Y denuncia las recientes estrategias de menowashing de la industria. Charlamos con ella en el marco del Día Internacional de la Menopausia, que se celebra cada 18 de octubre.
¿Qué ha propiciado que hace apenas cinco o seis años hubiera una cultura del silencio entorno a la menopausia y hoy haya influencers y actrices que hablen de ella sin tapujos?
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, en los últimos años se ha empezado a romper el silencio que durante mucho tiempo ha rodeado la menopausia. Seguramente, este cambio responde a una confluencia de factores. Para empezar, experiencias como la menstruación, la maternidad o el posparto, tradicionalmente consideradas privadas, han ido ganando presencia y reconocimiento. La menopausia es, en este sentido, uno de los últimos grandes tabúes biológicos femeninos que quedaba para abordar, y ahora le está llegando su turno.
También hay un cambio generacional importante y las mujeres que hoy entran en esta etapa vital lo hacen con otra mirada, puesto que han crecido pudiendo hablar más abiertamente de su cuerpo. En consecuencia, reclaman derechos y espacios de representación, y no están dispuestas a aceptar el estigma y el silencio que, probablemente, tuvieron que vivir nuestras madres o abuelas.
Hay un cambio generacional importante y las mujeres que hoy entran en la menopausia lo hacen con otra mirada, y reclaman derechos y espacios de representación
¿Han contribuido las redes sociales a propiciar espacios en los que compartir experiencias?
Sí, y lo han hecho sin intermediarios, con más inmediatez y pluralidad. Es aquí donde muchas mujeres, sean famosas o no, han empezado a hablar abiertamente de cómo viven la menopausia, rompiendo así con el modelo de mujer invisible después de este hito.
Denuncia que esa visibilización y desestigmatización de la menopausia también ha venido acompañada de un interés por parte del mercado.
Así es, y ha dado lugar a lo que ya se denomina ‘menoeconomía’: una proliferación de productos, servicios y contenidos dirigidos a mujeres de más de 45 años. Si bien algunas iniciativas son útiles y honestas, otras han derivado en lo que se ha denominado menowashing; es decir, utilizar el discurso del empoderamiento para vender cosméticos o suplementos sin ninguna base científica. Por eso es importante que esta conversación, que finalmente empieza a ocupar el espacio que le corresponde, se mantenga centrada en la salud y el bienestar reales de las mujeres y otras personas que dejen de menstruar, como trans y no binarias, y que no quede condicionada por una lógica de oportunidad comercial.
La ‘menoeconomía’ es la proliferación de productos y servicios dirigidos a mujeres de más de 45 años. Si bien algunas iniciativas son útiles y honestas, otras han derivado en el menowashing
¿Ha cambiado también el relato sobre la propia menopausia?
Hace solo unas décadas, se percibía casi como un punto final: el final del deseo, de la fertilidad y, a menudo, del valor social de la mujer. El relato médico dominante la describía casi como un tipo de déficit hormonal que, por lo tanto, había que corregir, lo que reforzaba todavía más la asociación con una dolencia, más que con una etapa natural de la vida. A todo ello se añadía una mirada social que vinculaba esta fase con la decadencia, la invisibilidad o incluso la pérdida de identidad. Por ello, las mujeres llegaban a esta etapa prácticamente sin referentes ni espacios donde poder compartir su vivencia, y esto las llevaba a menudo a atravesarla solas, con incomodidad o incluso con vergüenza.
En los últimos años, se empieza a reconocer como una etapa normal del ciclo vital, que no tiene que ser medicalizada automáticamente ni tampoco relegada al silencio. Hay un movimiento creciente de mujeres que hablan abiertamente de su experiencia con libertad, con sentido crítico y, a menudo, también con humor. Y esto está ayudando a construir una nueva narrativa, más centrada en el autocuidado, la escucha del cuerpo y el bienestar emocional.
El menowashing es el uso del relato de la menopausia como estrategia comercial, disfrazando de discurso empoderador una lógica de mercado y rentabilidad
También hemos pasado de una visión pesimista, de final del valor de la mujer, a una muy optimista, en que se nos vende lo fantástica que es esta nueva etapa.
Es cierto que este nuevo relato también puede caer en el otro extremo, el del optimismo forzado que tiende a asociar automáticamente esta etapa vital con el renacimiento, la plenitud o una felicidad superior. Y a pesar de que puede ser cierto para algunas mujeres, también puede resultar opresivo por otras muchas, sobre todo cuando este enfoque idealizado invisibiliza las dificultades reales: los síntomas físicos y emocionales, el impacto en la calidad de vida, las barreras de acceso a los tratamientos o el desconocimiento que todavía hay dentro del sistema sanitario.
La psicóloga e investigadora de la UOC, Clara Selva Olid. / Oriol Duran
Aquí entiendo que los medios sociales también intervienen…
Han sido un punto de inflexión clave en el relato sobre la menopausia y han abierto un espacio donde muchas mujeres, a menudo por primera vez, pueden hablar sin filtros de lo que viven, compartir información y, sobre todo, romper el silencio que ha rodeado esta etapa durante décadas. Las influencers que abordan este tema, ya sean profesionales de la salud o no, han contribuido a normalizar la conversación, a dar visibilidad a síntomas y emociones, y a crear comunidades donde muchas se sienten comprendidas, representadas y menos solas.
Ahora bien, es importante distinguir entre la divulgación que busca informar, acompañar y empoderar desde el rigor y la experiencia, y aquella que solo reproduce estereotipos o promueve el consumo como solución universal. El reto, como siempre, es mantener una mirada crítica y promover una conversación plural, informada y centrada en el bienestar real de las personas, para no caer en el menowashing.
Estos productos no están al alcance de todo el mundo, lo que puede generar desigualdades y, a menudo, sentimientos de culpa o frustración en las mujeres que no puedan acceder a ellos
¿En qué consiste exactamente?
Es el uso del relato de la menopausia como estrategia comercial, disfrazando de discurso empoderador una lógica de mercado y rentabilidad para vender productos o servicios aparentemente pensados para la menopausia, desde cremas y suplementos hasta ropa ‘termorreguladora’, aplicaciones o programas de bienestar.
A menudo no tienen ninguna base científica sólida y pueden generar una expectativa falsa o no responden de manera real a las necesidades de las mujeres. Además, les trasladan la responsabilidad individual a las mujeres, como si ‘estar bien’ fuera solo cuestión de encontrar el producto adecuado, seguir la rutina correcta o aplicar la crema idónea.
Esto no quiere decir que no podamos identificar productos, servicios o iniciativas que sean realmente útiles. Pero el verdadero empoderamiento pasa por tener acceso a información rigurosa y a una atención de calidad, tanto médica como psicológica, de nutricionistas, así como espacios sociales que validen la diversidad de experiencias.
Además, muchos de esos productos y servicios para la menopausia tienen un coste elevado.
No están al alcance de todo el mundo, y eso puede generar desigualdades y, a menudo, sentimientos de culpa o frustración en aquellas mujeres que no pueden acceder a ellos. Por ello, más que acumular productos, hay que poner en el centro el reconocimiento social, el tiempo y los cuidados reales, y desplazar el foco de la solución individual a la responsabilidad colectiva.
El verdadero empoderamiento pasa por tener acceso a información rigurosa y a una atención de calidad, tanto médica como psicológica, de nutricionistas, así como espacios sociales que validen la diversidad de experiencias
En el ámbito social y laboral, ¿se sienten las mujeres en menopausia comprendidas?
Los síntomas físicos y emocionales de esta transición pueden afectar el rendimiento, la concentración, la confianza o incluso la relación con el equipo, especialmente en entornos donde todavía pesa el tabú, la desinformación o la carencia de comprensión. Muchas viven esta etapa en un momento de máxima experiencia profesional, pero a menudo se sienten socialmente obligadas a disimular los síntomas por miedo a ser juzgadas o consideradas menos capaces. Esta invisibilización puede derivar en estrés, agotamiento y, en algunos casos, en una reducción de jornada o en el abandono del puesto de trabajo.
De la misma manera que ya hay un permiso menstrual, ¿existe una medida similar para la menopausia?
Empiezan a aparecer algunas iniciativas, todavía tímidas y puntuales, que apuntan a la necesidad de incluir esta etapa dentro de las políticas de salud laboral y de igualdad de oportunidades. Países como el Reino Unido, por ejemplo, ya han empezado a implantar medidas como la flexibilidad horaria, la adaptación de espacios, el acceso a recursos de salud o la formación para responsables de equipo.
Es importante conocer los propios derechos, identificar posibles espacios de flexibilidad y, sobre todo, poder expresar las propias necesidades sin miedo ni vergüenza. Ahora bien, esta responsabilidad no puede recaer solo en la persona que lo vive y hace falta que los entornos laborales sean más receptivos, más informados y comprometidos para acompañar esta etapa con respeto, atención y dignidad.
Empiezan a aparecer algunas iniciativas, todavía tímidas y puntuales, que apuntan a la necesidad de incluir la menopausia dentro de las políticas de salud laboral y de igualdad de oportunidades
En resumen, ¿qué podemos hacer las mujeres para afrontar mejor el climaterio?
Disponer de información rigurosa nos permite reconocer los cambios que se asocian, tomar decisiones informadas y reducir la ansiedad que a menudo genera el desconocimiento. Paralelamente, es importante cuidar la salud física y mental, mantener una alimentación equilibrada, hacer actividad física de manera regular, descansar bien, incorporar técnicas de relajación o meditación y, sobre todo, poder hablar y compartir la experiencia con iguales, amigas, grupos de apoyo o profesionales, puesto que sentirse escuchada y validada puede marcar una gran diferencia en esta vivencia.
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