Reloj de arena
En ello, los cubanos podríamos calificar para un certamen internacional si es que llegamos de manera oportuna, puntual. Cuidado no nos llevemos el gran premio por presentarnos muy tarde. Nada absurdo. Hay quienes reciben en ausencia similares galardones.
Ese tiempo perdido jamás aparecerá ni en un reclamo público donde se anuncie generosa recompensa si nos lo devuelven. Y eso le está sucediendo ahora mismo a gran parte de la sociedad. Desde un simple ciudadano hasta aquel con grandes o enormes responsabilidades. Poco importa el tiempo. Ya nadie pregunta en la calle qué hora es.
Menospreciarlo, carecer de visión son algunos de sus rasgos. La impuntualidad a prueba del exacto minutero y en el que hay que incluir esos años de estudio universitario para no ejercer la profesión.
Es que hasta morirse requiere paciencia contra ese mal que tanto daño nos hace.
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Masacrar el tiempo
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