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Mareas profesionales de mujeres se impulsan mutuamente hacia el 8M

Corren (corremos) el riesgo de llegar al jueves exhaustas. Pero las mujeres están tristemente acostumbradas a la sobrecarga: dedican el doble de tiempo que los hombres al trabajo no remunerado en el ámbito doméstico; están detrás del 95% de las reducciones a jornada parcial por cuidado de niños, adultos enfermos o dependientes; cobran un 30% menos.

Así que el miedo al cansancio no basta contra el empeño de cientos de mujeres que trabajan sin tregua para movilizar a cuantas más mejor. El reto es organizarse, consensuar, no saturar y enviar mensajes nítidos y contundentes sobre los motivos de los paros de trabajo, estudiantiles, de cuidados y consumo convocados por plataformas feministas de todo el país.

Las organizadoras llevan levantando este 8M desde el pasado mes de abril. Pero esta semana han despertado nuevas formas de movilización: más de 5.300 mujeres periodistas y comunicadoras han firmado un manifiesto contra el machismo en la profesión. #LasPeriodistasParamos logra que una de sus siete causas alcance cada mañana el primer trending topic desde el jueves. La brecha salarial, el techo de cristal, la precariedad añadida. A motivo por día para ‘calentar’ la jornada de huelga secundada en unos 40 países, con movilizaciones en 150 e inédita en España (el año pasado se convocaron paros simbólicos de una media hora).

Detrás, un chat de más de 2.000 profesionales comenta al minuto el impacto de la campaña: la propia, pero también la de otras compañeras. “Fuera corporativismo”. La idea es impulsar las reivindicaciones de las demás y seguir llamando a la organización de grupos, redes y actividades, muchas de ellas por sectores profesionales; poner la rodilla propia para que la siguiente se aúpe.

Así llegaron las científicas: “Compañeras, ¿nos ayudáis a difundir?”. #LasCientíficasParamos fue uno de los mensajes más compartidos en Twitter este fin de semana. Junto a las académicas, que crearon su propio manifiesto porque “las mujeres recibimos salarios más bajos, nuestra carrera académica está más llena de obstáculos que la de nuestros compañeros, tenemos contratos más precarios y se concede menor financiación a nuestras investigaciones”.

Antes, las trabajadoras de las artes escénicas también pidieron un impulso al resto: “Además de las malas e inestables condiciones laborales típicas de estas profesiones (horarios y salario dispar, entre otras cosas), las mujeres sufrimos las consecuencias de que no se nos valore igual que a nuestros compañeros”. Según la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, en 2015 había un 26% de mujeres frente a un 74% de hombres trabajando en el cine español.

Se hartaron de “papeles de hijas de, madres de o novias de”, porque “la creación, gestión y dirección está en manos de los hombres»: las autoras que estrenan son el 22%, las escenógrafas un 34%, las responsables de teatros un 32% y las directoras un 23%, denuncian.

Antes aún, las deportistas consensuaron sus demandas. Recuerdan ser «invisibles en los medios de comunicación, sin contratos laborales, sin convenios, sin ligas profesionales, obligadas a firmar claúsulas denigrantes como las relacionadas con el embarazo y la cesión de sus derechos de imagen». Hay «deportistas que ni siquiera llegan a cobrar el Salario Mínimo Interprofesional, árbitras y juezas que son insultadas y amenazadas impunemente, entrenadoras que no llegan a los banquillos de la excelencia deportiva, directivas que no acceden a puestos de responsabilidad en los clubes y en las federaciones deportivas. Todo esto y más, por ser mujer».

El viernes, las educadoras y maestras de Educación Infantil hicieron lo propio: “Es hora de denunciar la devaluación e invisibilización de nuestro trabajo en materia de educación y cuidados. El 97% de lxs profesionales de la educación infantil somos mujeres. No hay ninguna duda de que estos datos están íntimamente relacionados con diferentes aspectos con los que lidiamos en nuestra profesión día tras día”, denuncian. El desprestigio, la falta de reconocimiento social e institucional y “tristes condiciones laborales y salariales” protagonizan sus quejas.

En el sector de enfermería, mayoritariamente femenino, la división llega con el sindicato mayoritario (Satse) rechazando ir a la huelga por considerar que “los paros deben ser el último recurso”. Pero muchas profesionales discrepan: las asociadas al Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de Sanidad (MATS) tachan de “corporativista” a Satse y se adhieren a la huelga del 8M.

También las trabajadoras del libro: “Siguiendo la iniciativa de nuestras compañeras periodistas y buscando el apoyo de un sector formado en su inmensa mayoría por mujeres, las profesionales del mundo del libro apoyamos la huelga feminista del día 8 de marzo y sumamos nuestra voz a la de todas las mujeres que van a salir a clamar por nuestros derechos fundamentales en las manifestaciones que ese día se celebrarán en todo el país”. Sus reivindicaciones, explican, son un espejo de las de las demás: brecha salarial, dificultad en el acceso a puestos de responsabilidad, acoso laboral y sexual, corresponsabilidad en la conciliación familiar y de cuidados.

Desde el ámbito de los cuidados, se ha llamado a que las mujeres que no puedan hacer huelga por la especial atomización, precariedad y desprotección del sector, cuelguen sus delantales en ventanas y balcones.

Embeleso mutuo

El ambiente es complejo, agotador y fascinante. Hay cansancio por la organización de actos, asambleas, piquetes, pegada de carteles, charlas, encuentros, creación y distribución de material. Luego está la complejidad de los consensos: cientos de mujeres, en su mayoría desconocidas para las demás, poniéndose de acuerdo a cada paso en una organización nueva. “Es una movilización maravillosamente imperfecta”, definía hace dos días la periodista Montserrat Domínguez.

https://twitter.com/latule/status/969871391968452608?ref_src=twsrc%5Etfw

Porque el ánimo general es de gratitud, entendimiento, cooperación: se repiten los mensajes de aliento, se plantean reflexiones, dudas, debates. Se pide ayuda, se dan tanto las gracias que resulta cómico, hay humor y seriedad en dosis ecuánimes. El movimiento de las mujeres en España se está descubriendo a sí mismo. Y sus participantes, por el momento, están embelesadas con las compañeras de viaje.

Pero quedan las cocineras, las médicas, las empresarias, las conductoras, las policías. Quedan sobre todo cuatro días para el 8M y está por ver cuántas mujeres más toman carrerilla gracias a otras para amplificar los reclamos contra el machismo y la desigualdad.

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Mareas profesionales de mujeres se impulsan mutuamente hacia el 8M

Violeta Muñoz

Hago la información de Madrid y a veces escribo sobre Derechos Humanos y Europa. Pro transparencia pública y rendición de cuentas.

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