Vista de la sede federal de Alternativa para Alemania (AfD) en Berlín. La Fiscalía de Berlín realizó un registro de las oficinas del partido ultraderechista por indagaciones sobre el financiamiento de la campaña electoral de 2017 - Foto: Jörg Carstensen / dpa / picture alliance / dpa
La clasificación del partido Alternativa para Alemania (AfD) como “organización extremista” por parte de los servicios de Inteligencia ha desencadenado una tormenta política de alcance internacional. Figuras vinculadas al trumpismo, como el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio y el magnate tecnológico Elon Musk, han calificado esta medida como un atentado contra la democracia en Alemania. Ambos han lanzado duras críticas al Gobierno alemán, acusándolo de usar los servicios de seguridad para neutralizar a la oposición.
La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), agencia de Inteligencia interior de Alemania, ha declarado a AfD como una organización extremista, lo que permite su vigilancia con métodos reservados, incluidos el seguimiento de sus miembros y la intervención de comunicaciones. Esta decisión se produce tras años de investigaciones sobre discursos xenófobos, revisionistas y antidemocráticos dentro del partido.
El AfD, que se posiciona como segunda fuerza más votada en Alemania y principal partido de la oposición, podría incluso enfrentarse a un proceso de ilegalización. Esta posibilidad ha provocado una dura respuesta por parte de sus líderes, quienes denuncian una «injerencia política» disfrazada de seguridad nacional.
El fallo de los servicios de Inteligencia alemanes habilita la vigilancia intensiva del AfD e incluso su disolución por vía judicial
Desde Estados Unidos, Marco Rubio ha usado sus redes sociales para criticar con dureza la actuación del Gobierno alemán. “Alemania le acaba de dar a su agencia de espías nuevos poderes para vigilar a la oposición. Eso no es una democracia, es una tiranía disfrazada”, escribió el secretario de Estado, en un mensaje que ya acumula miles de reacciones.
Rubio también atacó la política migratoria alemana, al considerar que “lo verdaderamente extremista no es un partido popular como AfD, sino las políticas de fronteras abiertas” del actual Gobierno germano.
Elon Musk, que ya había manifestado simpatías por el AfD durante la pasada campaña electoral, reiteró su respaldo a la formación, tildándola incluso de “centrista” en su cuenta de X (antigua Twitter), de la que es propietario. “Prohibir a AfD sería un ataque extremo contra la democracia”, afirmó Musk.
Su postura no es nueva: durante las elecciones generales de febrero en Alemania, ya generó polémica al respaldar públicamente al partido. Su defensa se alinea con la narrativa que promueve la libertad de expresión absoluta, incluso cuando se trata de fuerzas políticas radicales.
Tanto Rubio como Musk consideran al AfD como una opción democrática legítima frente a lo que perciben como autoritarismo progresista.
La decisión del BfV abre un nuevo capítulo en el debate sobre la legitimidad de restringir a partidos democráticamente elegidos cuando su ideología se considera peligrosa para el orden constitucional. Para el Gobierno alemán, el AfD supone una amenaza real; para sus críticos, se trata de un uso partidista del aparato estatal.
Mientras tanto, el AfD insiste en que la medida es un “golpe a la democracia” y continúa su estrategia de victimización para fortalecer su base electoral.
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