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Madrid coloca en un sótano, sin ordenador, a los rastreadores cuyo despido tumbó la justicia

“Me han dicho que me presentara a mi puesto de trabajo y cuál ha sido mi sorpresa cuando he llegado y amablemente me han echado. No sabían nada de nosotros, no tenemos el puesto de trabajo preparado”. Así lo desvela una de las primeras rastreadoras Covid que, tras firmar su reincorporación ante Sanidad, se disponía a empezar su jornada.

Me han dicho que me fuera a mi casa”, desvela, según el relato facilitado por CCOO, antes de apuntar que tras hablar con recursos humanos y con representantes de la Consejería de Sanidad de la región “me han dado las indicaciones de que no me mueva”, ya que de irse “sería incumplimiento de contrato”.

Al final las nueve primeras rastreadoras han conseguido ‘destino’. Nada menos que en un sótano con apenas mesas, sin suficientes sillas, sin ordenador ni teléfono y sin un responsable. “Nos han abierto unos despachos en la planta baja sin preparar y sin trabajo. Aquí estamos sin tener nada que hacer”, ha denunciado una de ellas, que ha asegurado que “nos sentimos con ansiedad y acosados laboralmente”.

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