Emmanuel Macron, presidente de Francia
Su planteamiento es crear una norma que funcione como reflejo europeo de la estadounidense, que incluye un paquete de 369.000 millones de dólares en subsidios para potenciar la inversión en Estados Unidos, algo que tanto los Estados miembro como Bruselas consideran perjudicial para a la industria europea.
La idea de Macron es que este «IRA europeo» acelere, a imagen de su gemela al otro lado del Atlántico, la creación de energías limpias de las empresas europeas a través de subsidios tanto comunitarios como nacionales.
Esta estrategia «made in Europe», según ha señalado el presidente francés, permitiría frenar los efectos perjudiciales de la legislación estadounidense e insistir en la «urgencia» de acelerar la producción de energías renovables y tecnologías climáticas que puede afectar a la competitividad del suelo europeo.
No obstante, Macron entiende que el objetivo de Estados Unidos «no es atacar a Europa, sino defender sus intereses», razón por la que aboga por duplicar la normal, algo «fundamental» para defender la industria y las empresas europeas.
«Creo en unas reglas de justas aceptadas por todos y para todos», ha incidido el líder francés, quien ha incidido en que «el IRA no es compatible con la organización mundial del comercio», razón por la que considera necesaria establecer un mecanismo comunitario de garantías.
En el contexto del debate sobre la respuesta que la Unión Europea debe dar al ‘dopaje’ de Estados Unidos a sus empresas, los líderes han emplazado a la Comisión Europea a presentar «a finales de enero» un análisis y propuestas con vistas a movilizar todos los instrumentos nacionales y europeos pertinentes y a mejorar las condiciones de inversión, incluido simplificando trámites administrativos.
La jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ha dicho al término de la cumbre de este jueves que la Unión Europea no debe perder su «posición de líder mundial en tecnologías limpias», por lo que ha abogado por «ajustar» el marco de ayudas de Estado comunitario durante unos años para hacerlo «más simple, rápido y predecible».
En este marco, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha anunciado que los líderes volverán a Bruselas los días 9 y 10 de febrero para celebrar una cumbre extraordinaria que estará centrada en cuestiones económicas, incluida la respuesta a Estados Unidos y la reflexión sobre el fondo soberano para la industria europea, pero también abordará de manera «profunda» la situación migratoria que preocupa a los socios.
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