Sede del FMI
En tiempos normales, los europeos ahorran alrededor del 12% de sus ingresos, explican Thomas McGregor, Nujin Suphaphiphat y Frederik Toscani. “Pero como las familias se quedaron en casa y los esquemas de empleo [los ERTE en España] apoyaron los ingresos durante la pandemia, esta tasa de ahorro aumentó bruscamente hasta casi el 19% en 2020 y 2021”.
El FMI estima que los hogares de la eurozona ahorraron casi 1 billón de euros más en esos dos años de lo que habrían hecho si la pandemia no hubiera ocurrido. “En otras palabras, la gente ahorró una suma récord, equivalente a alrededor del 8% del producto interior bruto total de la zona del euro”.
“El crecimiento económico de la zona euro, y potencialmente la inflación, recibirían un gran impulso si los consumidores gastaran parte de su exceso de ahorro, reduciendo temporalmente la tasa de ahorro por debajo de la observada antes de la pandemia”, señalan los economistas del FMI. Sería “coherente con la pauta seguida tras algunas pandemias y graves crisis económicas anteriores”, en las que los hogares ahorraron una proporción de sus ingresos mucho menor de lo que habían hecho históricamente.
De acuerdo con la institución, incluso un aumento moderado del gasto -si los hogares utilizaran alrededor de un tercio de su exceso de ahorro para un mayor consumo durante dos años, por ejemplo- añadiría 2,5 puntos porcentuales al PIB y hasta 0,75 puntos porcentuales a la inflación al final del segundo año.
La mitad del exceso de ahorro de la zona del euro está en cuentas bancarias, lo que significa que, “en principio, se podría acceder a él fácilmente y gastarlo una vez que se levanten las restricciones por la pandemia”. Además, “la mayoría de los ahorros fueron forzados, no por precaución como es más común durante las recesiones cuando la gente se preocupa por los ingresos futuros, lo que sugiere que pueden ser gastados pronto”.
Sin embargo, “hay cuatro razones por las que estos ahorros pueden no ser liberados en la economía real con rapidez”, reconocen los expertos.
En primer lugar, el tipo de gasto al que los hogares se vieron obligados a renunciar durante la pandemia “no es fácil de sustituir”. Casi el 80% de la caída del gasto total en 2020 se debió a la disminución de la hostelería y el transporte. “Es poco probable que los consumidores puedan recuperar todos los vuelos aéreos, las estancias en hoteles o las comidas en restaurantes cancelados”, apunta el FMI.
En segundo lugar, el exceso de ahorro recayó “sobre todo en las personas con ingresos elevados”. “Las personas con mayores ingresos suelen ahorrar una mayor proporción de sus ingresos y, por tanto, es menos probable que gasten sus ahorros”.
En tercer lugar, los problemas de la cadena de suministro hacen que muchos tengan dificultades para gastar sus ahorros, incluso si lo desean. Los largos plazos de entrega y el aumento de los precios dificultan que los consumidores sustituyan lo que normalmente habrían gastado en servicios por un mayor gasto en bienes (aunque esta demanda reprimida podría impulsar el consumo de bienes en el futuro).
Por último, la propagación de la variante Ómicron significa que los europeos pueden verse obligados a ahorrar durante más tiempo.
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