Ursula von der Leyen
Esta medida de represalia, que entrará en vigor el próximo 1 de abril, busca contrarrestar el impacto económico de los gravámenes del 25% que la Administración de Donald Trump aplica desde este miércoles a las importaciones de acero y aluminio procedentes de Europa.
Desde la Comisión Europea, califican la decisión estadounidense de «injustificada» y «perjudicial» para el comercio transatlántico, además de alertar de sus consecuencias negativas tanto para empresas como para consumidores, que podrían enfrentarse a precios más altos.
El nuevo paquete de aranceles europeos se compone de dos fases. Por un lado, se reactivarán las medidas ya aplicadas durante las crisis comerciales de 2018 y 2020, que compensaron pérdidas por 8.000 millones de euros para sectores estratégicos de la producción europea. Por otro, se lanzará un nuevo conjunto de gravámenes dirigidos a responder al impacto de las recientes tasas estadounidenses, que afectan a contingentes europeos valorados en más de 18.000 millones de euros.
«Lamentamos profundamente que Estados Unidos haya optado por la vía de la confrontación arancelaria», ha declarado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Bruselas. «Estos aranceles son, en definitiva, impuestos que afectan a ciudadanos y empresas a ambos lados del Atlántico»
A pesar de la contundencia de la respuesta comercial, Bruselas mantiene su disposición a una negociación diplomática. Von der Leyen ha reiterado que la UE sigue abierta a entablar el diálogo con la Casa Blanca, con el objetivo de frenar una escalada que podría tener consecuencias graves para la economía mundial.
No obstante, la presidenta del Ejecutivo comunitario advierte que la Unión Europea actuará con firmeza si Estados Unidos no revierte su política arancelaria actual.
«Queremos defender nuestros intereses y proteger la industria europea,» ha afirmado un portavoz comunitario
Las nuevas tasas de la UE afectarán a una lista diversa de productos estadounidenses, que podría incluir desde vehículos hasta productos agrícolas y bienes tecnológicos. Esto podría suponer un golpe significativo para los exportadores estadounidenses, mientras que en Europa, los sectores del acero y el aluminio buscan protegerse de la competencia desleal.
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