La Alta Representante de la UE, Kaja Kallas, a su llegada a la reunión de colegio de comisarios en Bruselas (Foto: Lukasz Kobus)
Texto introductorio: La tensión entre Estados Unidos e Irán ha alcanzado un nuevo punto crítico tras el ataque lanzado por Washington contra instalaciones nucleares iraníes. En este contexto, el estrecho de Ormuz, uno de los puntos estratégicos más importantes del comercio energético mundial, se convierte en eje de preocupación internacional. La Unión Europea ha advertido sobre las consecuencias catastróficas que tendría su cierre, un escenario que Irán evalúa como respuesta a la agresión militar.
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, expresó este lunes su preocupación ante la posibilidad de que Irán decida cerrar el estrecho de Ormuz, una medida que, según dijo, “sería sumamente peligrosa y perjudicial para todos”. La advertencia fue realizada en Bruselas, antes del inicio del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE.
Kallas subrayó el temor generalizado en la comunidad internacional a una escalada bélica, y recalcó que una acción de ese calibre tendría efectos inmediatos sobre el suministro energético y la estabilidad regional.
“Hay recelos enormes a una escalada bélica y a una represalia, particularmente al cierre del estrecho de Ormuz por Irán”, declaró la alta representante europea
El estrecho de Ormuz, que separa Irán de Omán, es una vía marítima estratégica de apenas 40 km de ancho por la que transita aproximadamente el 30% del petróleo transportado por mar y cerca del 20% del comercio mundial de gas natural licuado (GNL).
Un eventual bloqueo afectaría de forma directa al mercado energético global, provocando alzas en los precios del crudo y el gas, desabastecimiento en algunas regiones y una profunda crisis económica con repercusiones inmediatas.
El parlamentario iraní Esmaeil Kousari, miembro de la comisión de Seguridad Nacional, afirmó en la televisión pública que se ha alcanzado el consenso parlamentario de que «hay que cerrar el estrecho», aunque reconoció que la decisión final recae en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán.
Esta declaración refuerza los temores de que Teherán esté dispuesto a utilizar el control sobre Ormuz como arma geopolítica, en respuesta directa a la ofensiva militar lanzada por EEUU el pasado 22 de junio.
El bombardeo de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán fue justificado como un intento de frenar el supuesto desarrollo de un arma nuclear por parte de Irán. El ataque, realizado con bombas antibúnker y misiles de crucero, se produjo diez días después de que Israel iniciara una ofensiva contra objetivos militares y nucleares iraníes.
Teherán ha condenado la agresión, insistiendo en el carácter pacífico de su programa nuclear, y ha prometido represalias múltiples contra intereses estadounidenses en la región.
Diversos países han condenado el ataque estadounidense, entre ellos Rusia, que lo calificó de “temerario”. Las principales potencias han expresado su preocupación por el aumento de las tensiones y el riesgo de un conflicto regional a gran escala.
La comunidad internacional insta a la moderación, consciente de que una crisis en el golfo Pérsico podría tener efectos devastadores en los mercados globales, la estabilidad energética y la seguridad internacional.
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