Pablo Iglesias, secretario general de Podemos
La política española acaba de romper un tabú y ha dado un paso adelante hacia la normalización de las negociaciones entre partidos que tanto se echa de menos en España. Podemos, el partido que bajo el estigma del populismo tantos temores y desconfianza despierta, se ha incorporado al Gobierno de Castilla La Mancha con lo cual se inaugura una experiencia de resultados tan inciertos como importantes. Acaba de pasar de marginal a partido de poder.
Para el PSOE es sin duda un riesgo aliarse con su principal adversario, con el partido que le arrebató una buena parte de los votos en las últimas convocatorias electorales y el partido que en el fondo se ha marcado como objetivo tutelarlo hasta quitárselos todos. Las coaliciones suelen funcionar mejor entre adversarios con marcadas diferencias que entre afines por muchas coincidencias que existan entre sus programas.
Por eso la nueva coalición castellano manchega no entusiasma a muchos militantes socialistas temerosas del enemigo que meten en una habitación de su casa. Temen que la intromisión a la hora de las decisiones y sobre todo que la forma de presentarlas acabe imponiéndose y de alguna manera desbordando la seriedad institucional con que su partido venía actuando desde el comienzo de la Transición. La apuesta es arriesgada.
Pero no la es menos para Podemos. La incorporación de consejeros a un Gobierno autonómico les pone a prueba ante la opinión pública. Si mantienen sus veleidades de populismo incontrolado, lo que conseguirán es acentuar el desprestigio ante una buena parte de la sociedad y, además de reducirles su ámbito político, les cerrarles las puertas para otro tipo de acuerdos que les acerquen al poder o apuntalen su influencia, ahora bastante desdibujada.
La clave está en la seriedad con que tanto sus consejeros como, lo que parece más difícil e incontrolable, el partido aborde la experiencia. Si unos caen en veleidades antisistema dentro o sus correligionarios se desmandan en sus exigencias desde fuera, la experiencia será un fracaso y todos saldrán perdiendo. Podemos saldrá de ella con la imagen de que es un partido incontrolado e incontrolable que carece de lo más elemental para ser tenido en cuenta.
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