El gigante minero Rio Tinto destruyó el domingo un asentamiento prehistórico que fue ocupado por poblaciones aborígenes hace más de 46.000 años, mientras utilizaba explosivos para llevar a cabo la ampliación de una mina de hierro en la región de Pilbara, en el noroeste de Australia.
La empresa está operando en la zona desde 2013. Un año después se hallaron restos arqueológicos que databan de la última glaciación, entre ellos una herramienta hecha con huesos de canguro de hace 28.000 años y una trenza de cabello, que habría sido utilizada como cinturón hace 4.000 años, y cuyo ADN había mostrado que guardaba vínculos genéticos con los ancestros de los nativos que aún viven en la región, los Puutu Kunti Kurrama y Pinikura (PKKP) – .
«Perder estos refugios es un golpe devastador», ha dicho el presidente del comité aborigen de los PKKP, John Ashburton.
A través de un comunicado, del que se ha hecho eco el diario ‘The Sydney Morning Herald’, este colectivo ha señalado que intentaron negociar con Rio Tinto para detener la explosión o, al menos, limitar los daños que se provocarían a estas cuevas.
«Nuestra gente está profundamente preocupada y entristecida, lamentando la pérdida de conexión con nuestros antepasados y con nuestra tierra», ha contado Ashburton.
«Reconocemos que Rio Tinto ha cumplido con sus obligaciones legales, pero estamos muy preocupados por la intransigencia de las regulaciones», ha lamentado Ashburton, quien ha explicado que este tipo de lugares son tan poco conocidos en Australia que «pueden contarse con los dedos de una mano».
«Ahora estamos trabajando con Rio Tinto para salvaguardar las cuevas restantes en el desfiladero de Juukan y asegurar que la información fluya bien entre ambas partes», ha apuntado.
Por su parte, la senadora de los Verdes Australianos, Sarah Hanson-Young, ha calificado de «vergonzosa» la acción de la empresa minera y se ha mostrado «horrorizada y profundamente disgustada» por esta comunidad aborigen pues, a su juicio, «han sido tratados con evidente desprecio y falta de respeto», no ya sólo por parte de la compañía, sino también por parte del Gobierno del estado de Australia Occidental.
«La destrucción de este sitio sagrado destaca otra de las fallas de las leyes ambientales de Australia. Está claro que necesitamos leyes más fuertes, o continuaremos viendo nuestro medio ambiente y sitios sagrados destruidos para las grandes empresas», ha denunciado a través de su cuenta de Facebook.
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