Desde primeras horas del sábado, el estruendo de los proyectiles vuelve a ensordecer Gaza. Los ataques —coordinados por aire y con drones— han golpeado barrios residenciales, campamentos de refugiados y un almacén de ayuda humanitaria, agravando una crisis que la ONU describe como “insostenible”. Mientras tanto, la comunidad internacional exige un alto el fuego inmediato que no acaba de llegar.
Ciudad de Gaza y la zona norte contabilizaron 34 víctimas mortales, según la agencia palestina Wafa.
En el sur, en Jan Yunis y Abasan al Kabira, dos hermanos y varios civiles más perdieron la vida tras sendos impactos de misiles.
Drones armados causaron siete muertos adicionales en Jan Yunis y cuatro en el campamento de Jabalia.
“Los cuerpos siguen llegando en ambulancias abarrotadas; los hospitales no dan abasto”, denuncia un médico del hospital Indonesio en el norte del enclave
El Ministerio de Salud de Gaza cifra en más de 53.000 las personas fallecidas y en 120.600 las heridas desde el inicio del conflicto. Solo desde la ruptura del alto el fuego, el pasado 18 de marzo, se registran casi 3.000 muertos y 8.600 heridos adicionales.
Un proyectil israelí alcanzó un almacén de ayuda humanitaria en Deir al Balá, provocando al menos diez muertos. Organizaciones como la OMS alertan de que los ataques sistemáticos contra centros de distribución y hospitales vulneran el derecho internacional.
La ONU califica la ofensiva como “posible limpieza étnica” y reclama corredores humanitarios seguros.
Líderes de la UE, incluidos España e Italia, instan a detener la escalada y facilitar la entrada de suministros vitales. El secretario general de la ONU, António Guterres, reitera que “no hay justificación para castigar colectivamente a la población civil”.
La actual campaña, bautizada por Israel como Operación Gideon’s Chariots, se reactivó tras el fin de la tregua del 18 de marzo. El Gobierno israelí sostiene que sus objetivos son la destrucción de Hamás y la liberación de rehenes, mientras organizaciones de derechos humanos denuncian la desproporción del uso de la fuerza.
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