Mientras la situación política de Brasil se enreda, el Gobierno sigue sin tomar las medidas económicas que necesita su economía. Luiz Inácio Lula da Silva quería ser ministro de la Casa Civil. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, también lo deseaba, pero dos jueces decidieron suspender su nombramiento de modo cautelar. Ahora la decisión está en manos del Supremo, que decidirá a la vuelta de Semana Santa la suerte del político.
La primera medida cautelar, tomada por un tribunal de Brasilia, fue anulada la semana pasada y la segunda, de Río de Janeiro, está siendo muy criticada desde muchos frentes. Sin embargo, las críticas no son suficientes para que Lula pueda ser ministro. Ni las críticas ni la decisión del juez del Tribunal Supremo, Teori Zavascki, de hacerse con el caso.
Zavascki se encarga de procesar a los implicados del Caso Petrobras que gozan de aforamiento, aunque el caso de Lula nada tiene que ver con esto. La decisión la ha tomado, como recogen diversos medios internacionales, porque considera que el juez del caso de la empresa estatal Petróleos Brasileños (Petrobras), Sergio Moro, se está propasando.
En concreto, Zavascki ha criticado que Moro haya divulgado sin razón aparente, conversaciones entre Rousseff y Lula en las que hablan sobre el nombramiento de su predecesor como ministro de la Presidencia. Esta actitud ha hecho que el ‘juez estrella del caso Petrobras’ quede relegado de sus funciones en cuanto a Lula. Al menos hasta que el Tribunal Supremo decida algo diferente.
Lo que es un respiro para el fundador del Partido de los Trabajadores (PT), pues Moro y él son enemigos declarados. Sin embargo, y pese al cambio de manos de su caso, Brasil sigue dividida. Mientras unos apuestan por sacar tanto a Rousseff como a Lula de las instituciones, otros aún creen en ellos. Sobre todo en la presidenta, a la que han apoyado desde diversos frentes.
En cualquier caso, la situación sigue siendo crítica para Brasil, que se encuentra en una profunda crisis económica que no hace más que agravarse mientras continúan los vaivenes políticos. Las dudas no dejan de crecar, pues la sospecha de que Rousseff quiso nombrar a Lula ministro para sacarlo del radar del juez Moro, resta credibilidad al Gobierno brasileño.
Además, con Rousseff enfrentándose a un juicio político y su otrora partido aliado, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), muy concentrado en el proceso, las medidas que tanto necesitan las finanzas brasileñas siguen sin llegar.
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