Los dos candidatos más alejados de las preferencias de las cúpulas republicana y demócrata acentúan su ventaja en las encuestas. Dentro de tan sólo ya una semana, el 1 de febrero, los meses de pre-campaña llegan a su fin y se celebrará en Iowa la primera de las primarias entre los candidatos presidenciales. Y según las últimas encuestas, cada vez está más cerca de que salte la gran sorpresa.
Si bien la gran característica es la de la volatilidad, ya que no paran de sucederse encuestas con datos muy diferentes entre sí, la tendencia parece clara. Sin ir más lejos este mismo fin de semana se ha hecho público un sondeo de CNN/WMUR que otorga una sólida ventaja a los dos candidatos más alejados de sus respectivos “stablishment” partidistas.
Así, el senador por Vermont, Bernie Sanders, tendría en estos momentos una ventaja de hasta ocho puntos porcentuales en Iowa sobre Hillary Clinton; mientras que Donald Trump superaría a Ted Cruz por 11 puntos. Una ventaja que además, se acrecentaría en el segundo estado en el calendario de primarias: New Hampshire.
Allí, sería hasta de 27 puntos porcentuales la ventaja de Sanders sobre la ex secretaria de Estado, mientras que Trump incrementaría su ventaja hasta los 16 según otro sondeo de Fox. Y aunque como decíamos, las encuestas no coinciden a la hora de marcar diferencias entre candidatos; sí que resulta significativo que la misma encuesta de CNN/WMUR otorgase a Clinton una ventaja de 18 puntos sobre Sanders en Iowa el pasado mes de diciembre.
De esta forma, estamos ante unos datos que de confirmarse podrían suponer un gran revés para la gran favorita demócrata. Pese a que las encuestas nivel federal aún le otorgan una gran ventaja a Clinton, al igual que sucede en Carolina del Sur, el tercer Estado en celebrar las primarias; una derrota de la magnitud que señala las últimas encuestas podría cambiar la tendencia.
No obstante, hay que recordar que la dinámica de los caucus, sistema bajo el que se celebran las primarias en Iowa y en la que los electores no se limitan a depositar el voto, hace aún más difícil otorgar valor predictivo a las encuestas. Quizá la última gran esperanza de las cúpulas de los dos grandes partidos que preferiría candidatos más convencionales.
Pero una cosa sí parece clara: los dos candidatos que al comienzo de la carrera presidencia podían resultar menos creíbles, parecen haber superado ese, su gran y mayor obstáculo. Tanto las bases demócratas como republicanas ya no parece creer, a juicio de las encuestas, en esa presunta menor capacidad de salir elegidos en una hipotética contienda presidencial de los dos candidatos “anti-stablishment”.
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