Cuba
Se lee bastante en la isla. Y de manera rápida porque casi siempre detrás del libro no puede faltar la fila o cola de gente ansiosa por enterarse de temas que tratan la realidad de Cuba vista por extranjeros y que por una o veinte razones esos textos no están a la venta. Sin ir muy lejos: censurados, sin la menor intención de comercializarlos.
Al parecer, está teniendo algún éxito editorial publicar testimonios en formato de historietas, que si son salpicadas de humor, entre otros atributos no menos importantes como la veracidad de lo que cuentan, la lectura toma un placer singular para recordarnos que una vez fuimos niños que disfrutamos de esa lluvia de los llamados “comics” de los años 50s.
Ahora los protagonistas son de carne hueso. Por un lado, Mauricio Vicent con Crónicas de La Habana, y por el otro extremo, la germano estadounidense Anna Veltfort con Adiós mi Habana. El primero, corresponsal de El País entre 1991-2011) nos muestra La Habana de los 80s., mientras que la segunda, como estudiante, ese período comprendido entre 1962 al 1972.
Episodio no muy frecuente en nuestros días, tan inundados de traiciones y desamores, no dudaría un instante en poner mis manos al fuego por la veracidad de cada cuadro contado por Mauricio. Sin embargo, con respecto a la Veltfort, no haría lo mismo habida cuenta de que narra, según su perspectiva, uno de los momentos más convulsos y controvertidos de la naciente revolución fidelista.
No estaría de más, un repaso a ambos textos.
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Historietas cubanas
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