Bandera de Groenlandia
Este martes, Groenlandia decide su futuro político en unas elecciones que han adquirido una sorprendente atención internacional tras la reiterada insistencia del presidente de EEUU, Donald Trump, en integrar la isla a territorio estadounidense.
Este inesperado protagonismo global pone en relieve las históricas aspiraciones independentistas de la población groenlandesa, que se encuentra dividida entre fortalecer su autonomía, negociar la independencia o ceder a las promesas económicas ofrecidas desde Washington.
La atención global hacia Groenlandia aumentó notablemente tras el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, quien ha manifestado abiertamente su intención de controlar la isla debido a su valiosa posición geoestratégica en el Ártico y la abundancia de recursos naturales. El mandatario estadounidense reiteró recientemente en Truth Social su apoyo al derecho de los groenlandeses a decidir su futuro, pero no dudó en ofrecer «miles de millones» para convencerlos de unirse a Estados Unidos.çç
El presidente Trump promete millonarias inversiones a Groenlandia, pero enfrenta una fuerte resistencia local que insiste en que «la isla no está en venta»
Desde que Trump propuso por primera vez la compra de Groenlandia durante su mandato anterior, la frase «Groenlandia no está en venta» se convirtió en un símbolo de resistencia. El primer ministro Mute Egede ha expresado claramente su rechazo ante la «imprevisibilidad» de Trump, afirmando que esta situación está alejando la posibilidad de un acercamiento amigable entre Groenlandia y Estados Unidos.
La coalición de izquierda liderada por Egede, Ataqatigiit Inuit, busca mantener el liderazgo a pesar de haber sufrido una caída en las encuestas. Frente a ellos, partidos como Naleraq, liderado ahora por la influencer Qupanuk Olsen, promueven estrechar vínculos con Estados Unidos para alcanzar la independencia económica. Por su parte, los partidos unionistas como Demócratas y Atassut mantienen la postura de conservar fuertes lazos con Dinamarca.
La independencia económica de Groenlandia depende fuertemente de Dinamarca, que financia más de la mitad de su presupuesto anual destinado a educación, salud y empleo. Por ello, los recursos naturales de la isla, incluidas las codiciadas tierras raras y potenciales yacimientos petrolíferos, son vistos como la llave para financiar su soberanía. Sin embargo, esta posible explotación despierta debates internos sobre las condiciones en que se debería permitir la entrada de inversores extranjeros, teniendo en cuenta la preservación del entorno natural y cultural inuit.
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