Colegio electoral en Groenlandia. - Europa Press/Contacto/Zhang Quanwei
Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca, se ha convertido de nuevo en un foco geopolítico. Este jueves, cuatro de los cinco principales partidos del país anunciaron un acuerdo para formar un gobierno de coalición, dejando al margen a Naleraq, segunda fuerza más votada y partidaria de una independencia radical. La noticia llega en vísperas de la visita del vicepresidente de EEUU, JD Vance, quien aterrizará este viernes en plena polémica por las ambiciones expansionistas de Donald Trump sobre el Ártico.
El nuevo gobierno estará integrado por los Demócratas, liderados por Jens-Frederik Nielsen —vencedor inesperado de las elecciones—, junto a Inuit Ataqatigiit, Siumut y el liberal-conservador Atassut. Esta alianza controla 23 de los 31 escaños del Parlamento groenlandés (Inatsisartut), lo que supone más del 75 % de representación.
Naleraq, el partido independentista radical, abandonó las negociaciones a comienzos de semana, quedando fuera del nuevo Ejecutivo. Esta exclusión reduce la incertidumbre política y refuerza la línea más moderada y pragmática de las fuerzas mayoritarias.
El pacto político refuerza la estabilidad institucional de Groenlandia justo antes de una visita clave del Gobierno estadounidense, interesado en sus recursos estratégicos
La firma del acuerdo de gobierno coincide con la llegada a la isla del vicepresidente estadounidense, JD Vance, que visitará la base espacial Pituffik este viernes. La visita ha generado inquietud en algunos sectores por el contexto de las crecientes ambiciones de Washington sobre Groenlandia, alimentadas desde el primer mandato de Trump, cuando propuso abiertamente la compra del territorio.
La isla cuenta con ricos yacimientos minerales, lo que ha incrementado su valor estratégico en el escenario internacional. La reactivación del interés de EEUU no es casual, y muchos analistas ven la visita como parte de una estrategia para ampliar la presencia militar y económica estadounidense en el Ártico.
La victoria de los Demócratas y la conformación de una coalición multipartidista marcan un giro en la política interna de Groenlandia, que ha estado dominada por fuerzas de izquierda en los últimos años. La exclusión de Naleraq apunta a un consenso más moderado que podría suavizar el discurso independentista, al menos en el corto plazo.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención los movimientos de EEUU en la región, donde los intereses geoestratégicos y los recursos naturales convierten a Groenlandia en una pieza clave del tablero global.
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