Unión Europea
La reciente escalada bélica entre Israel, Irán y Estados Unidos ha vuelto a encender las alarmas sobre el impacto global del conflicto. El ataque israelí del 13 de junio sobre instalaciones estratégicas iraníes y la posterior ofensiva de EEUU han llevado los precios del crudo a niveles preocupantes. A esto se suma el temor de que los yacimientos de gas natural y las rutas de transporte, en especial el estrecho de Ormuz, se conviertan en objetivos militares, poniendo en riesgo un tercio del suministro mundial de petróleo y una quinta parte del GNL.
Aunque Irán necesita mantener abierto el paso para exportar hacia China e India, los riesgos de seguridad ya están impactando en el mercado energético. La negativa de algunos petroleros a atravesar la zona, como anunció Frontline, ha provocado que las aseguradoras eleven sus primas y países como Qatar retrasen sus envíos de GNL. Cualquier interrupción elevaría los precios por encima de los 100 dólares por barril.
La tensión en el estrecho ya ha repercutido en los precios del crudo y el GNL, incluso sin llegar a su cierre total
La Unión Europea, que ha reducido su dependencia del gas ruso, es especialmente vulnerable. Países como Bélgica, Italia y Polonia importan entre el 38% y 45% de su GNL desde Qatar. La referencia del mercado europeo, el TTF holandés, alcanzó los 41 euros/MWh, máximos de tres meses. Aunque la demanda de gas es baja en verano, el calor extremo impulsa el uso de refrigeración, lo que podría agravar la situación.
Los efectos no se limitan al sector energético. El encarecimiento del gas y el crudo presiona al alza la inflación, lo que puede forzar a los bancos centrales —incluidos el BCE y el Banco de Inglaterra— a frenar posibles bajadas de tipos. Esto supondría mayores costes de financiación para familias y empresas, afectando a la inversión y el consumo.
La inflación persistente podría obligar a los bancos centrales a mantener una política monetaria restrictiva durante más tiempo
Para el sector manufacturero europeo, el encarecimiento de la energía se suma a las tensiones comerciales por los aranceles estadounidenses. Según Marco Forgione, la incertidumbre actual es comparable a «jugar al ajedrez en cuatro dimensiones». Las subidas de precios, la posible escasez de suministros y el fenómeno de la contracción inflacionaria (productos más pequeños al mismo precio) dibujan un escenario difícil.
China, que importa 1,5 millones de barriles diarios desde Irán (el 10% de su demanda), también podría sufrir las consecuencias si estas exportaciones se detienen. Esto podría obligar al gigante asiático a buscar nuevos proveedores, empujando aún más los precios al alza.
Irán es el noveno productor mundial de petróleo y comparte con Qatar el mayor yacimiento de gas natural del mundo
El mayor temor de los analistas es que la crisis se extienda y acabe implicando directamente a Reino Unido, Francia u otros países europeos. En ese escenario, las repercusiones geopolíticas, energéticas y económicas podrían ser aún más profundas y duraderas.
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