Una viñeta que ilustra la tensión entre Trump y Sánchez sobre el gasto militar en la OTAN.
Desde Washington, Trump empuja con fuerza simbólica y literal. “¡Op Op!”, parece gritar mientras intenta que Europa atraviese su aro del 5%, convencido de que la alianza militar funciona mejor con bíceps que con cerebro. España, por su parte, responde con su mejor ejercicio de yoga presupuestario: prometer calma, equilibrio y un aumento progresivo que no altere el zen del Ministerio de Hacienda.
El mandatario empuja con tanta energía el aro del 5% que amenaza con convertir a la OTAN en número de circo
El contraste es tan visual que haría las delicias de cualquier caricaturista político: Trump sudando por la seguridad global y Sánchez practicando mindfulness fiscal. Y, entre ellos, la Unión Europea con la expresión del que se ha metido en medio de una pareja que discute en público.
Mientras en la Casa Blanca se agitan las cifras, en Moncloa la consigna es resistir. El presidente español mantiene su postura firme sobre el 2%, sentado, tranquilo, como si el resto del mundo exagerara. La ironía está en que, por una vez, la pasividad se ha convertido en estrategia diplomática: quien no se mueve, no tropieza.
España convierte la inmovilidad presupuestaria en su nuevo ejercicio de soberanía nacional
Entre los aplausos de sus ministros y las críticas de los aliados, Sánchez parece haber descubierto el secreto de la política exterior contemporánea: dejar que Trump se canse primero. Y cuando el expresidente termine de empujar, España seguirá ahí, con la misma serenidad que un gato durmiendo en el sofá del Consejo Europeo.
Si alguien merece compasión en esta historia, es la propia OTAN, atrapada entre los empujones de Trump y la paciencia infinita de Sánchez. La alianza se ha convertido en una metáfora perfecta de la geopolítica moderna: mucho músculo, poca coreografía.
La OTAN resiste como puede, intentando pasar por el aro sin despeinarse mientras Trump ruge y Sánchez bosteza
La moraleja es simple: Europa sigue buscando equilibrio entre la presión estadounidense y su propio deseo de autonomía. Y en ese equilibrio imposible, España se ha ganado su papel de actor secundario con talento para la ironía.
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España, Trump y la OTAN: el circo del gasto militar
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