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Enemigos en Barcelona, aliados en Madrid

Rara es la semana que se salva de grandilocuentes titulares sobre “novedades” en el desafío soberanista catalán. Mientras el país digería la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE y se conocían más detalles de la flagrante corrupción del PP madrileño en Lezo y en Canal de Isabel II, cabeceras y opinión pública seguían bajo el influjo del borrador de la ley de ruptura que prepara la Generalitat de Catalunya. Y de la correspondiente respuesta del Ejecutivo de Rajoy y el Tribunal Constitucional.

Pero la tramitación de leyes, proposiciones y decretos prosigue en el Congreso de los Diputados tras ese hipnótico juego de pelota entre el PP y los nacionalistas catalanes. Y en la Cámara baja no todo son desacuerdos. Los populares y los miembros de la antigua Convergència, ahora en el Grupo Mixto bajo el nombre de Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCat), retoman la vieja costumbre de aliarse en la votación de leyes emblemáticas y de calado mientras escenifican su animadversión.

La reforma de la estiba para desregularizar el sector ha visto la luz en parte a la abstención de los convergentes, que también han dado el apoyo al tándem PP- Ciudadanos en el caso de la nueva ley de autónomos, aún no votada pero con un preacuerdo que incluye a PDCat.

Esos han sido algunos de los acuerdos más sonados, pero el tradicional entendimiento del PP con los nacionalistas conservadores se ha hecho patente en más materias en el último trimestre. Por ejemplo, PDeCat se opuso, junto al PP, a una interpelación urgente “sobre la privatización de los servicios públicos y de salud y sus efectos sobre la sostenibilidad del sistema sanitario”, propuesto por PSOE y Podemos y apoyado por ERC y Compromís.

Los catalanes también se abstuvieron en la propuesta de Podemos “sobre homologación de la Renta Agraria y del Subsidio Agrario en un sistema especial agrario más ágil, que elimine discriminaciones y garantista de los derechos de trabajadores del medio rural”, una propuesta igualmente rechazada por los de Rajoy.

El pasado 18 de mayo los miembros de PDeCat se unían al bloque mayoritario del Congreso que rechazó la enmienda a la totalidad al Acuerdo Económico y Comercial entre la UE y Canadá (CETA), y 6 de abril se abstuvieron en una interpelación del PSOE al Gobierno por su política tributaria y de lucha contra el fraude fiscal. Solo PNV se abstuvo junto a los catalanes.

Antes del parón de Semana Santa, los diputados del partido presidido por Artur Mas volvieron a unirse al bloque de Rajoy y Rivera para dar luz verde a una modificación de la ley de Enjuiciamiento Civil para reforzar las garantías de los propietarios de viviendas, a la que se opuso PSOE y Podemos.

El grupo, ahora capitaneado por Carles Campuzano tras la inhabilitación de Francesc Homs, también tendió su brazo a los conservadores en Madrid para “favorecer la captación y recuperación de talento en el contexto del Brexit y la Presidencia de Donald Trump”, una enmienda apoyada por el PSOE pero rechazada por el resto del Grupo Mixto y el grupo confederal de Podemos. Tampoco se opuso, como sí hizo el PSOE, a la Proposición no de Ley del PP para “potenciar la contratación indefinida”; PDecat se abstuvo junto a Ciudadanos.

En marzo, los nacionalistas dieron el sí a Rajoy para reformar el Reglamento de la cámara respecto a los Grupos de interés, aunque en esta ocasión la norma obtuvo también el apoyo de socialistas y republicanos catalanes.

Una colaboración que huele mal”

El entendimiento del PP con los nacionalistas catalanes de espectro conservador parece así retomarse desde que el año pasado, tras la repetición de las elecciones generales, los convergentes apoyaran a Ana Pastor como presidenta del Congreso, frente al candidato del PSOE. Un apoyo que finalmente no logró que PDCat se librara de perder su agrupación en el Congreso y se vise obligado a pasar al Grupo Mixto.

Hace solo unos días, el diputado de En Comú Podem Xabier Domènech afirmó que “hay una colaboración necesaria» entre el PP y los independentistas. Recordaba que el PP se ausentó de la reunión en la que había que decidir si el Palau de la Generalitat se personaba contra la antigua Convergència.

«Sería muy grave que el PP convirtiese la corrupción en una moneda de cambio», alertaba el diputado, que cree que PP y PDCat pueden estar colaborando para tapar mutuamente sus casos de corrupción; una colaboración que, en sus palabras “huele mal”.

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Enemigos en Barcelona, aliados en Madrid

Violeta Muñoz

Hago la información de Madrid y a veces escribo sobre Derechos Humanos y Europa. Pro transparencia pública y rendición de cuentas.

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