Economía

The Economist se pregunta si: «¿Alemania es otra vez el enfermo de Europa?»

La tapa sale ilustrada con la figura del hombrecillo que aparece en los semáforos de Berlín conectado a una bolsa de infusión intravenosa. Esta imagen sería una indirecta a la coalición de gobierno alemana entre socialdemócratas, ecologistas y liberales, llamada «semáforo» por los colores de los tres partidos.

En su análisis, los autores presentan argumentos que responden afirmativamente a la pregunta respecto a si Alemania es el nuevo enfermo de Europa.

El editorial sostiene que mientras que el país vivió una época dorada de crecimiento económico entre 2006 y 2017, «hoy Alemania acaba de experimentar el tercer trimestre de contracción o estancamiento y podría ser la única gran economía que se contraiga en 2023».

«The Economist» considera que Alemania se hizo un «espectacular gol en contra» al abandonar la energía nuclear

Los autores responsabilizan a «la autocomplacencia y la obsesión por la prudencia fiscal». Consideran que esto ha llevado a que la inversión estatal sea demasiado escasa y a que las infraestructuras y la digitalización se queden en el camino.

A esto, el artículo apunta a la excesiva burocracia y añade que Alemania depende más que ningún otro país de las exportaciones a China, de la que Occidente se desacopla cada vez más, en algunos sectores, por razones de seguridad.

«The Economist» considera que Alemania se hizo un «espectacular gol en contra» al abandonar la energía nuclear y agrega que el giro hacia energías renovables y más baratas avanza muy lentamente.

Los analistas consideran que una reforma como la Agenda 2010 del ex canciller Gerhard Schröder sería necesaria para revertir la situación

En cuanto a la inmigración, el artículo plantea que el país aquejado por el envejecimiento de la población se volvió más abierto. Pero advierte que le resulta más fácil acoger a refugiados que a trabajadores cualificados que necesitan con urgencia.

La conclusión también es negativa para Alemania. Los analistas consideran que una reforma como la Agenda 2010 del ex canciller Gerhard Schröder sería necesaria para revertir la situación. Pero perciben que el Gobierno de coalición entre socialdemócratas, ecologistas y liberales carece tanto de perspicacia como de valentía.

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dpa

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