Opinión

El disgusto de D’Gusto

Situación de momento casi incontrolable, salvo raras excepciones que obedecen al interés del Estado por aliviar tan crítica situación. Ejemplos se pueden citar varios. Me conformo con el combustible, que permanece invariable cuando en medio mundo ha subido.

Un pequeño taller particular, situado en el garaje de un edificio multifamiliar, dedicado reparaciones de equipos electrónicos, cartel de por medio que alterna con el distanciamiento físico, le advierte al cliente algo así como que si una factura por un trabajo de diez minutos es considerada como elevada no es por otra razón que para lograrlo en tan breve tiempo fueron necesarios años de estudio.

Otro centro privado, casualmente también en un espacio dedicado a guardar automóviles, y de gran clientela, ha optado por situar en la misma puerta de entrada el siguiente anuncio a modo de disculpa o justificación:

“Estimados clientes de D’Gusto. Esta información no es para justificar el aumento de precios en lo que ofertamos, es un análisis del por qué. Debido a la dinámica del mercado actual del cual no estamos exceptos, ha existido un aumento en los precios de la carne de cerdo, la cual es la principal materia prima para la elaboración de nuestros productos libres de otras carnes existentes como son (picadillo, pollo, pescados, etc.). Por ello esperamos su comprensión una vez más y gracias por elegirnos”.

Extenso y explicable razonamiento que contrasta con otros de menos palabras, como esas del mensajero en bicicleta que trae cinco litros de cremoso helado. Como subió el encargo, hizo lo mismo con el transporte:

-Es que todo está subiendo. Y si quiere que se lo explique mejor, pues esto es como aquel juego infantil del “dale al que no te dio”.

Más que resignación, esta estampida de los precios resulta bien molesta para los bolsillos nacionales y de quienes nos visitan. Cuentan que a su llegada unos catalanes cambiaron euros en el aeropuerto en razón de uno por 26 pesos cubanos. Visitaron el paseo marítimo de 1ra y 70 y nada mejor que por calor y cercanía al mar, pidieron cerveza nacional en uno de sus modestos bares restaurantes privados. Cada una, 275 pesos. De inmediato, las cuentas: Casi 11 euros la cerveza. Dicen que a los tres días se marcharon de La Habana.

Menos mal que una risa no cuesta nada.

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El disgusto de D’Gusto

Aurelio Pedroso

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