Aeropuerto
El cierre federal, iniciado el 1 de octubre, ha dejado sin financiación a miles de empleados de agencias clave como la Federal Aviation Administration (FAA) y la Transportation Security Administration (TSA). Aunque muchos de ellos trabajan sin recibir salario, el número de ausencias por agotamiento o enfermedad ha ido en aumento, lo que finalmente ha llevado a interrumpir operaciones en el aeropuerto más transitado del país.
La FAA informó de que el JFK no fue el único aeropuerto afectado, ya que instalaciones como Newark o Washington-Dulles también sufrieron restricciones por la falta de personal en las torres de control.
Las ausencias masivas de controladores obligaron a aplicar protocolos de “detención en tierra” para garantizar la seguridad aérea
Según datos internos, más de 3.800 controladores se encuentran por debajo del nivel óptimo de dotación, un déficit que ya existía antes del cierre. La suspensión temporal en Nueva York fue descrita como “una medida de seguridad preventiva”, ante la imposibilidad de mantener el tráfico aéreo con los mínimos requeridos.
| Agencia afectada | Empleados sin salario | Reducción operativa estimada |
|---|---|---|
| FAA | 11.000 | 25% |
| TSA | 60.000 | 15% |
| Administración general federal | 800.000 | — |
Fuente: estimaciones FAA y Departamento de Transporte de EEUU (octubre 2025)
Las aerolíneas advirtieron que los retrasos y cancelaciones pueden costar millones de dólares diarios al sector. A su vez, los hoteles y servicios turísticos del área metropolitana de Nueva York comenzaron a registrar cancelaciones masivas.
El cierre federal ha elevado la tasa de retrasos aéreos en EEUU del 5% al 52% en una semana
El impacto se extiende a los viajeros internacionales: los vuelos procedentes de Europa y América Latina fueron desviados a otros aeropuertos o directamente cancelados. Analistas del sector advierten que, si el cierre continúa, la red aeroportuaria nacional podría colapsar antes de mediados de noviembre.
Más allá de la parálisis puntual, el caso del JFK revela la vulnerabilidad del sistema estadounidense ante una crisis política prolongada. La falta de acuerdos en el Congreso impide aprobar los presupuestos necesarios para pagar a los trabajadores esenciales.
Si no se reanuda la financiación federal, la parálisis podría extenderse a sectores como sanidad, transporte y defensa
Expertos en política pública señalan que esta situación podría erosionar la confianza ciudadana en la gestión gubernamental y agravar los riesgos para la economía. La Casa Blanca, por su parte, instó al Congreso a alcanzar un acuerdo de urgencia que permita restablecer la normalidad en el transporte aéreo y otros servicios básicos.
El cierre del aeropuerto JFK simboliza el coste humano e institucional de un país paralizado por el bloqueo político. Mientras no se alcance un pacto presupuestario en Washington, los efectos se seguirán sintiendo en los cielos, en los bolsillos y en la reputación de la primera economía del mundo.
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