La EBA reduce drásticamente de 790.000 a 300.000 millones de euros las estimaciones para cumplir con el ‘requisito mínimo de fondos propios y pasivos’. El ‘supercolchón’ que los bancos europeos deben preparar para evitar futuros rescates a costa de los contribuyentes no será tan oneroso como se había temido en un primer momento. Al menos así se desprende del último informe de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés), en el que la institución reduce sensiblemente las estimaciones de la financiación extra que necesitarán las entidades para cumplir con los nuevos estándares.
Si en julio de este mismo año había estimado que los 133 bancos analizados de la Unión Europea necesitarían captar en el mercado hasta 790.000 millones de euros para cumplir con las nuevas normas, la EBA calcula ahora que las emisiones no alcanzarán los 300.000 millones de euros en el peor de los casos.
En concreto, los bancos deben levantar del mercado para 2022 entre 66.600 y 298.100 millones de euros, dependiendo de la calibración final de las normas como la inclusión o no de la deuda senior garantizada. En julio, la horquilla que la propia autoridad bancaria había estimado, iba de 130.000 a 790.000 millones de euros.
Esta cifra se refiere al ‘requisito mínimo de fondos propios y pasivos elegibles’ -conocido como MREL por sus siglas en inglés-, que tiene como objetivo asegurar que los bancos tienen un nivel de pasivos suficientes para absorber pérdidas en caso de la quiebra. La idea es que en caso de una crisis como la que está comenzando a dejarse atrás, los contribuyentes tengan que soportar lo menos posible el rescate de los bancos.
El MREL europeo comparte concepto con la ‘capacidad de absorción de pérdidas’ o TLAC que el FSB ha establecido para los 30 bancos más grandes del mundo, entre ellos el español Banco Santander.
La dureza de las autoridades sobre los nuevos requisitos había levantado las críticas del sector financiero, que se lamentaba de que difícilmente puede realizar su labor de dar crédito a la economía si cada vez está exigido a tener más capital. Parece que, al menos en este caso, la EBA ha escuchado sus ruegos, si bien la autoridad aduce que la diferencia sobre el informe de julio se debe en parte al diferente tratamiento de instrumentos de deuda alemana debido a un cambio en la legislación del país. También a que se tratan las necesidades de la banca sobre una base consolidada más que de manera individual.
La estimación es menor asimismo porque el último análisis se ha hecho sobre datos de diciembre de 2015, mientras que el anterior se refería a junio de 2015, y en ese período de seis meses los bancos apelaron al mercado. No obstante, todavía siguen “abiertas a discusión” una serie de cuestiones técnicas, que podrían volver a afectar a la cifra, reconoce la EBA.
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