Vivienda
El informe ‘Jóvenes y leucemia: Más allá de sobrevivir’ de la Fundación Josep Carreras muestra las consecuencias que en el día a día tiene el cáncer de sangre en aquellos menores de 35 años. El impacto es total, ya sea en el trabajo, en la familia, en las relaciones con otras personas o en el ámbito económico. Respecto a esto último, no hay que olvidar el factor que tiene esta enfermedad en los bolsillos de quienes la padecen.
Así, el 74% debe incurrir en gastos derivados por medicamentos, casi el 50% en viajes y traslados y el 33% en gastos derivados de la ayuda psicológica. A esto hay que añadir que la mitad ha necesitado ayuda económica “que se cubre mayoritariamente desde el propio entorno”. “En 7 de cada 10 casos”, detalla, “este propio entorno familiar ha tenido que modificar su ocupación laboral para cuidarlos”. En este sentido son los padres y las madres el “eje vertebrador” de toda la ayuda de estos jóvenes.
A estas dificultades se unen las ganas de emancipación que toda persona de 20 o 30 años tiene, como es normal. Casi la mitad (43%) de los jóvenes con leucemia, según este estudio, debe cambiar de residencia tras el diagnóstico y, de estos, la mitad vuelve a casa de sus padres. “El acceso posterior a una vivienda también se complica”, advierte. Y es que, “debido a su condición, el 33% tiene muchas dificultades para acceder a una vivienda de alquiler y el 44% para obtener una hipoteca”.
Por otro lado, el acceso a créditos y seguros “se complica gravemente”. Algo menos de la mitad, el 44%, asegura haber tenido “alguna dificultad” para solicitar un préstamo. Peores son las cifras dadas por la Fundación Josep Carreras a la hora de intentar contratar un seguro de decesos (7 de cada 10 reconocen haber sufrido problemas) o poder tener un seguro de vida (8 de cada 10).
En cuanto al trabajo, el diagnóstico tiene un “gran” impacto laboral en la mayoría de pacientes. Al 70% la enfermedad “les ha impactado negativamente” en el ámbito laboral. Además, casi la mitad tuvo que abandonar el trabajo durante el tratamiento y el 65% ha tenido que discontinuar su ocupación laboral y el 20% sufren un despido o la no renovación de su contrato.
Tras casi dos años (20 meses de media), solo 1 de cada 2 (el 53%) se ha reincorporado a su trabajo y el 30% lo hará con condiciones distintas a las que tenía.
“Aunque la mayoría de los pacientes se reincorpora a sus estudios (8 de cada 10)”, desde la fundación apuntan la importancia de destacar que lo hacen “tras una pausa media de más de un año (14 meses)”. Y cuando esto pasa la mitad reconoce problemas de concentración, cansancio o relacionados con la visión.
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