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Desafectos y revolucionarios a las calles en Cuba

Protestas en Cuba

Protestas en Cuba

San Antonio de los Baños, localidad de la vecina provincia de Artemisa, a unos 35 km al este de La Habana, fue el que inició el poco acostumbrado acto de salir a plazas, parques o calles para mostrar su descontento o enfrentamiento al gobierno. Y hasta allí, precisamente, fue el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez a dar la cara y organizar otra toma de la vía pública, pero con quienes apoyan a la revolución para poco tiempo después comparecer ante la televisión y radio nacionales y dejar por sentada una sentencia fidelista:

-En Cuba las calles son para los revolucionarios.

Díaz-Canel evaluó a sus participantes como “personas de pueblo, revolucionarios confundidos por las redes sociales y manipuladores”.

Sin embargo, en otras localidades como en el poblado de Güines, la televisión mostró en la noche un grupo de actos vandálicos en que fueron saqueados varios establecimientos comerciales. De igual manera, en el municipio capitalino de 10 de octubre, un coche patrulla de la policía fue volteado neumáticos arriba.

La ciudad capital tampoco estuvo ajena a la revuelta. El Malecón; el Capitolio, sede del Parlamento, y varios municipios volvieron a ser escenario para la confrontación, calculada en unas 200 personas en San Antonio de los Baños, a poco menos de 35 km al oeste de la Habana. En el resto, poco menos de cien, según colegas testigos presenciales y otras fuentes.

Lo sucedido en la isla no tomó por sorpresa a nadie. Era de esperar porque estaban todos los ingredientes sobre la mesa. Y no deben terminar incidentes de esta naturaleza en los próximos meses.

A saber, el marcado interés estadounidense por subvertir el orden institucional, aspecto ampliamente demostrado por las autoridades; la severa crisis económica local en la que el bloqueo imperial juega un rol de primer orden en cualquier transacción comercial o financiera, y el recrudecimiento alarmante de las cepas mutantes de la Covid-19 que tensan al máximo la red hospitalaria.

Finalmente, el propósito de provocar una intervención humanitaria no precisamente para combatir el virus.

En la tarde noche, efectivos de la policía y tropas especiales del ejército tenían bajo control la situación en todas las zonas problemáticas.

“La orden de combate está dada ¡A la calle los revolucionarios!’, dispuso el presidente Díaz-Canel, también número uno en el partido comunista.

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