Categorías: Opinión

Cuando los pisos turísticos expulsan a la vida de la ciudad

El anuncio llega tarde, tras años de permisividad, y obliga a cuestionar cómo las plataformas digitales han colonizado barrios enteros con la complicidad de autoridades locales.

El turismo no puede seguir marcando quién tiene derecho a vivir en la ciudad y quién debe marcharse

El peso del negocio turístico

El turismo es uno de los motores de la economía española, con un impacto superior al 12% del PIB. Plataformas como Airbnb han multiplicado sus ofertas en las últimas dos décadas, desplazando residentes y encareciendo alquileres. La reacción política se ha mantenido tibia hasta ahora.

Los beneficios inmediatos han prevalecido sobre la estabilidad urbana.

La hipocresía consiste en defender la ciudad viva mientras se permite que barrios enteros se conviertan en escaparates

La respuesta política

El Ministerio de Vivienda asegura que la retirada de estos pisos es “solo el primer paso” y promete sanciones adicionales. Sin embargo, colectivos vecinales recuerdan que muchas comunidades autónomas no han desarrollado sistemas de inspección efectivos. La aplicación desigual de la norma puede diluir el impacto de la medida.

La oposición acusa al Ejecutivo de improvisación y reclama un plan de choque con más vivienda social. Desde el Gobierno, se insiste en que esta decisión devolverá miles de hogares al mercado.

El derecho a la vivienda no puede depender de la voluntad de las plataformas ni del calendario político

Indicador Valor estimado
Pisos turísticos ilegales retirados 53.000
Plataforma regulatoria Registro Único de Alojamiento Turístico
PIB turístico en España 12,3%
Impacto esperado Aliviar la presión sobre el alquiler urbano

Más allá de la estadística

La medida abre un debate mayor: ¿hasta dónde se puede permitir que el turismo reordene la vida de las ciudades? ¿Cuántas familias expulsadas podrán regresar a sus barrios? Y, sobre todo, ¿qué pasa con los responsables políticos que durante años prefirieron el crecimiento rápido al equilibrio social?

 La vivienda digna no puede ser lo que sobra después del turismo, debe ser lo primero

Retirar 53.000 pisos ilegales es un gesto importante, pero no resuelve por sí solo la crisis habitacional. Es el principio de una corrección que llega tarde y que exige continuidad. La política debe demostrar que no está al servicio del negocio turístico, sino de quienes necesitan un hogar. Porque una ciudad que expulsa a sus vecinos deja de ser ciudad para convertirse en decorado.

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Cuando los pisos turísticos expulsan a la vida de la ciudad

Mónica Martínez

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