Los nuevos discos de los artistas roqueros que más venden apuestan por aumentar el contenido social de sus letras. El polémico video de ‘La Ratonera’, el nuevo single de Amaral ha marcado la pauta gracias a la polémica generada por su contenido.
Esos políticos ‘abofeteados’ que se han convertido rápidamente en carne viral de las previsibles redes sociales. Pero Eva y Juan Aguirre no han sido los únicos que han apostado por reflejar el descontento social existente en sus nuevos trabajos.
Esta misma semana se han conocido los flamantes discos de otros dos artistas que han decidido seguir la misma senda: Vetusta Morla con ‘La Deriva’ y Nacho Vegas con ‘Resituación’. En ambos casos, los nuevos aires de protesta social han provocado cambios estilísticos de calado.
Por ser justos, habría que señalar que el asturiano fue uno de los pioneros en cambiar su orientación. Hace ya más de tres años que publicó un ‘minialbum’ de seis temas ‘Cómo hacer crac’ en el que ya afloraban estas temáticas.
También, posteriormente, se implicó y mucho en ‘Fundación Robo’, una plataforma en la que varios grupos del pop ‘indie’, expresaron su descontento con la deriva política y social en la que parecía sumergirse el país.
De modo que, en su caso y, a pesar de la tardanza, porque la crisis empezó a manifestarse con dureza ya en 2008, el cambio ha sido menos brusco que en otros y se entiende que el viejo admirador de Nick Drake y Townes Van Zandt, intimista y desesperanzado como ellos, se halla reconvertido un tanto.
Más espectacular e inesperado es el giro de Vetusta Morla. Los de Tres Cantos incluso han abandonado, en parte, aquellas letras crípticas y difíciles de entender que caracterizaron sus dos primeros y multivendedores discos.
Se han vuelto más inteligibles y declaran en las entrevistas promocionales que “hay que mojarse como ciudadanos”. Incluso han participado en conciertos de corte reivindicativo para apoyar las reclamaciones del caso del caso Couso, por ejemplo, tras la aprobación de la Ley de la Justicia Universal.
Política
El súbito, o no tanto, cambio de paradigma entre los artistas con más repercusión dentro de la escena roquera nacional, contrasta con los tiempos no demasiado lejanos en los la política quedaba muy lejos de sus preocupaciones.
Aunque en los ambientes relacionados con los movimientos sociales más reivindicativos, hay otros grupos con mucha más solera y más éxito que llevan mucho tiempo reflejando en sus canciones el descontento social.
Pero el hecho de que ahora se apunten a la revuelta estas bandas ‘para todos los públicos’, capaces de hacer música de calidad y conectar con amplias capas de la población resulta muy significativo.
Parece que la indignación y el malestar vuelven a ser poderosos argumentos comerciales y la canción protesta ‘vende’ otra vez. Quizá ha llegado la hora de que los profesionales de la política empiecen a preocuparse.
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