Greta Kline, la última niña prodigio del ‘indie’ neoyorquino, publica su esperado segundo álbum. Se llama Greta Kline y es una de esas hijas de padres famosos que, en principio, parecen destinada a ser carne fresca para los programas de telerrealidad. Pero, de momento, la chica no ha tirado por ahí, a pesar de que con unos padres como Kevin Kline Y Phoebe Cates, famosos actores, ya saben, estamos seguros de que no le habrán faltado ofertas.
Pero Greta es otro tipo de animal. Chica sensible de gustos intelectuales y plenamente sumergida en los circuitos artísticos de la nueva bohemia neoyorquina. Sí,por supuestos, esas cañerías del subsuelo de la capital del mundo por la que fluyen siempre las últimas tendencias y donde una década aparece The Velvet Underground, otra Patti Smith y otra lo que toque.
Ahora parece ser el turno de Frankie Cosmos, el alter ego cantautoril de la simpática Greta. Que, tal y como marcan los cánones, no llega sola. Viene acompañada por otros notables animadores de la vida cultural neoyorquina de la última hornada con quienes comparte en algún caso algo más que simples inquietudes musicales.
https://api.soundcloud.com/tracks/243963971
Un territorio no exento, sin embargo, de pinceladas tristes y la melancolía de esos paraísos en los que uno aún habita y que, desgraciadamente no van a durar siempre. De todo eso, y de la amistad como un hilo conductor irremplazable para la vida hablan estas canciones, que son pura melodía y que se presentan acompañadas de los elementos esenciales mínimos necesarios para volar y hacer flotar a sus destinatarios en una balsa sonora llena de placidez.
Y hay que decir que esa guarnición de guitarra, bajo, batería, teclados y coros en la que se envuelven las delicias melódicas que cocina Frankie Cosmos tiene también la presencia justa para no enmascarar los sabores que aporta una materia prima de gran calidad y aportar contrapuntos estilísticos y variedad, lo que refuerza la excelencia del conjunto.
Un mérito que habría que conceder a la propia Greta que toca las guitarras y a esos amiguos y compañeros de generación de los que hablábamos antes. A Aaron Maine, el líder de Porches de cuyo último disco hablaremos aquí pronto, que es el novio de Greta y se encarga de los tambores, a su hermano David Maine que empuña el bajo, y a Gabrielle Smith, teclista y corista en este disco que tiene un proyecto propio llamado Eskimeaux, que conviene no perder de vista.
Hay mucho talento, ya digo, en la nueva hornada de músicos neoyorquinos de la que forma parte Frankie Cosmos y que quizá se de a conocer como grupo artístico y generacional integrado gracias a este álbum, porque estamos ante un disco que, con independencia de la carrera comercial que tenga, de que se venda mucho o no, va a contribuir a instaurar una nueva moda y, en mi opinión, establece la coordenadas estilisticas que estarán vigentes en lo que queda de década.
Me ha costado mucho elegir una canción favorita. Pero, de momento, me quedo con ‘Sinister’, elegida como primer single, por aquello de que es una de las más pegadizas y letales de este conjunto. Sin embargo, se también que podría haber servido cualquier otra, porque este es un lp como los de antes, bueno de principio a fin. Cuyo único defecto, en mi opinión, es que dura demasiado poco.
Por supuesto que suena a muchas cosas y evoca otras tantas. Y que, tal vez, se aprecie aún un poco de verdor en la mirada limpia con la que Greta se enfrenta a esos dramas perfectamente reconocibles por todos de donde obtiene la inspiración para su trabajo. Todo se andará a su debido tiempo y, según yo creo, además se andará para bien.
A mi, por ejemplo, me reconforta escuchar el imperceptible eco de alguna de mis debilidades ochenteras como Las Aventuras de Kirlian, aquellos pioneros del añorado Donosti Sound, o Isabelle Antenao, ¿por qué no? las primeras apariciones estelares de Suzane Vega. Y, aunque es dudoso que Greta haya oido hablar siquiera de la banda de San Sebastián o la estilista francesa, si parece haber escuchado alguna vez y para bien a la cantautora estadounidense.
No me queda más que animarles a escuchar este álbum. Eso sí, con la mente abierta. Quien espere virtuosismos instrumentales, rarezas vanguardistas, gorgoritos a lo ‘silviaperezcruz’ o r&b sexy no obtendrá satisfacción alguna. Aquí hay sobre todo buenas canciones y la mirada única e intransferible de una autora con mayúsculas que está dando sus primeros pasos y demuestra una madurez que ya quisieran muchos veteranos. Síganle la pista a Frankie Cosmos. No se arrepentirán.
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