De ilusos esperar que ese binomio Trump presidente y el cubano americano Marco Rubio como secretario de Estado pueda traer algún alivio en las tensiones que se extienden no sólo a las autoridades, sino al mortal de a pie que sufre, por carambola, los azotes de esos vientos huracanados básicamente en la economía.
Habrá que negociar, como le escuché decir en su momento al canciller Raúl Roa García (1907-1982) que se trataba de “ponerse los guantes de seda” para enfrentar al imperio.
Y la situación y contexto de aquel entonces se aviene como anillo al dedo a la actual.
Cuba, en voz de Raúl Castro y del propio presidente Miguel Díaz-Canel han repetido hasta el cansancio que el país está dispuesto ir a la mesa de negociaciones con un principio elemental en cualquier acto de esta naturaleza: el mutuo respeto y la no injerencia en asuntos internos.
Respeto cuestionable de parte de la gran potencia y jugada cantada que continuarán metiendo las narices y algo más en controvertidos temas locales.
Muy variadas han sido las previsiones de los especialistas y no pocos ponen en duda si los últimos acontecimientos en cierto modo favorables que adoptó el saliente Joe Biden puedan ser revertidos de un plumazo por el dúo mencionado.
Habrá que esperar y prepararse como nunca antes. No queda de otra.
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