La última intervención de Josep Borrell, exministro de Exteriores y antiguo jefe de la diplomacia europea, ha encendido las alarmas sobre la dependencia de Europa en materia de seguridad. Durante su discurso, el diplomático recordó los múltiples avisos de anteriores administraciones norteamericanas, desde Barack Obama hasta Donald Trump, advirtiendo a los aliados europeos de la necesidad de aumentar su compromiso con la defensa común. Sin embargo, Borrell subraya que se ha hecho poco para fortalecer las capacidades militares europeas, quedando en evidencia con la guerra en Ucrania.
Borrell enfatiza que los europeos “hemos perdido la mentalidad del guerrero” después de décadas de paz y prosperidad. Según sus palabras, no solo es un problema de inversión militar, sino de mentalidad cultural y antropológica: las sociedades europeas deben estar preparadas para defenderse ante potenciales amenazas. Esta situación representa un “reto cultural, económico y tecnológico” que exige replantear las políticas de seguridad y defensa en toda la Unión Europea.
La renuncia de Europa a la guerra en su horizonte mental dificulta una rápida reacción para asumir su propia defensa si Estados Unidos se retira del continente
El diplomático recuerda que exlíderes como Barack Obama o Joe Biden ya instaban a Europa a aumentar su gasto en defensa, peticiones que fueron prácticamente desoídas. Solo la llegada de Donald Trump y su mensaje directo –“no cuenten con nosotros”– obligó a una reacción más contundente, aunque todavía insuficiente. El propio Borrell considera que el punto de inflexión llegó con el conflicto en Ucrania, que despertó al continente, pero subraya que queda mucho camino por recorrer para desarrollar una defensa europea sólida e independiente.
La fragmentación de la Unión Europea en 27 ejércitos, muchos de ellos con capacidad meramente simbólica, lastra la eficacia militar conjunta
En su discurso, Josep Borrell puso también el foco en América Latina, una región con la que comparte historia y valores. Aun así, lamenta que ni Europa ni los países latinoamericanos aprovechen todo el potencial de esta relación, centrándose casi exclusivamente en cuestiones económicas y de inversión. Para Borrell, reforzar los lazos trasatlánticos con Latinoamérica se hace especialmente necesario en un contexto de incertidumbre global y de un posible repliegue de la influencia de Estados Unidos en Europa.
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