Alemania
La presentación del presupuesto alemán para 2026, que el gabinete aprobará esta semana, ha venido acompañada de una revisión al alza de los cálculos fiscales para los próximos años. Berlín deberá hacer frente a un déficit de 172.000 millones de euros entre 2027 y 2029, una cifra que supera en casi 30.000 millones la estimación presentada en junio. El Gobierno de Olaf Scholz redobla su apuesta por el crecimiento económico, las inversiones estratégicas y el endeudamiento controlado, aunque las tensiones políticas por el uso del freno de la deuda se acentúan.
A mediados de junio, el ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, calculaba un déficit de 144.000 millones de euros para el trienio 2027-2029. Sin embargo, el adelanto en la entrada en vigor de la ampliación de la pensión de maternidad, previsto ahora para 2027, así como las desgravaciones fiscales a las empresas para estimular la economía, han elevado las previsiones hasta los 172.000 millones.
La situación se agrava por el encarecimiento del pago de intereses de la deuda, lo que obliga a revisar las previsiones financieras a medio plazo. Desde el Ejecutivo se reconoce que “la necesidad de actuación es ahora mismo muy elevada”, aunque insisten en que este tipo de “agujeros” son habituales en la planificación plurianual.
El nuevo cálculo fiscal refleja un empeoramiento estructural del presupuesto por mayores gastos comprometidos y menores ingresos previstos
El presupuesto para 2026 prevé un gasto total de 520.500 millones de euros, con inversiones públicas por 126.700 millones. Pese al contexto de contención, el Gobierno planea mantener la senda inversora en infraestructuras, protección del clima y defensa.
Para ello, se contempla la emisión de nueva deuda por 89.900 millones de euros en el presupuesto básico, a los que se suman 84.400 millones de euros adicionales a través de los dos fondos especiales. Uno de ellos está orientado a infraestructuras y transición energética, y el otro a las Fuerzas Armadas.
El Ejecutivo ha flexibilizado el freno constitucional a la deuda para financiar el rearme militar, una medida que ha reavivado el debate sobre su reforma
El llamado freno de la deuda, anclado en la Constitución alemana, permite excepciones solo en casos muy justificados. Aunque se ha relajado para el gasto en defensa, la CDU ha rebajado las expectativas de una reforma generalizada, lo que complica otras vías de financiación para los próximos años.
Una comisión de expertos deberá presentar propuestas para modificar el mecanismo, pero el consenso político en torno a una mayor flexibilidad no está garantizado, especialmente en un contexto de creciente presión fiscal.
Alemania encadena su tercer año consecutivo sin crecimiento económico, lo que complica aún más la situación presupuestaria. Desde el Gobierno se insiste en que el repunte económico es clave para aumentar la recaudación, al tiempo que se plantean reformas para agilizar procedimientos administrativos y recortes de personal en la administración federal.
El Ejecutivo confía en que las reformas estructurales permitan recuperar el dinamismo económico, mientras los ministerios deberán adaptarse a un escenario de fuerte ajuste
El presupuesto para 2025, que aún debe aprobarse en septiembre, marcará también el camino de consolidación fiscal para los años siguientes. Todo apunta a que Berlín tendrá que equilibrar cuidadosamente inversión, deuda y disciplina presupuestaria en un escenario político y económico cada vez más exigente.
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