Tal vez la intención sea aquella de concentrarnos en el virus de la Covid-19 y dejar a un lado o darle una tregua al también fatídico Aedes aegypti, trasmisor de la peligrosa enfermedad conocida como dengue hemorrágico, que con categoría de epidemia ya nos azotó en 1981 con 344. 203 contagiados y 158 fallecidos.
Una llamada al departamento municipal de Higiene y Epidemiología en la barriada capitalina de Miramar para reclamar fumigación en la zona, recibió la contundente e inesperada respuesta de que tal acción de momento era imposible para entonces dar paso a un peculiar aviso con visos de puntualidad británica y torre de control de vuelos internacionales:
-Cierre bien la vivienda a las 6 pm porque a esa hora es que entran a la casa.
Un inspector de la campaña anti-Aedes, tampoco necesitó de muchas explicaciones:
-No hay petróleo para las motomochilas. Vivo cerca y mi casa también está llena de mosquitos.
Sin otra alternativa, al famoso aparato de “Flit”, patentado el 5 de julio de 1927 ante la United States Patent Office, nada menos que por el cubano Adolfo German Bulle y que en la actualidad, en su versión plástica, se expende en las farmacias a un pulverizador por cartilla de racionamiento.
El contenido también se encuentra en falta. De aquel envase metálico en amarillo y negro, con un soldado apuntando con el artilugio a moscas y mosquitos, ahora se presenta en botellas de plástico con el sugestivo nombre comercial de “Alfa Lomaté”.
Y así las cosas, como solía despedirse mi colega Fritz Suárez Silva, podremos entretenernos matando mosquitos a puñetazo limpio durante este encierro obligatorio y a falta de una veraniega programación televisiva que peor no lograron elaborarla.
