‘Grosse Koalition’

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‘Grosse Koalition’

Las élites españolas buscan soluciones para impedir que la patria se ‘rompa’ y que el fin del bipartidismo genere un parlamento ingobernable. Con permiso de la singular conclusión de la semana, provocada por la actuación del inefable candidato del PP a las elecciones europeas Miguel Arias Cañete, estos últimos días venían marcados por la sombra de una posible ‘Gran Coalición’ que podría alumbrarse entre los socialistas y los populares, supuestamente después de las próximas elecciones generales de 2016.

El punto de partida formal de semejante ‘Grosse Koalition’ estaba en unas palabras que el expresidente del Gobierno español Felipe González pronunció en un programa de entrevistas de ‘La Sexta’. Como suele suceder con los invitados de este espacio, en correspondencia con las características de su directora Ana Pastor, González fue objeto de un atropello dialéctico que, a la postre, impidió que los espectadores tuvieran un conocimiento real de las palabras del político andaluz en su conjunto, según el propio protagonista recordaba luego durante una charla en Berlín celebrada en la Fundación Friedrich Ebert, una institución cercana al SPD.

González que calificaba de «inoportuna» su frase, recordaba también que en la transcripción de su entrevista no aparecía uno de los elementos que introdujo en su reflexión, cuando dijo textualmente, según asegura: «no veo en el horizonte esa posibilidad», refiriéndose a esa posible ‘Gran Coalición’. Por tanto, estamos ante un juguete dialéctico que ha sido objeto de una glosa desmedida por parte de la clase política y los medios de comunicación. Pero la levedad coyuntural del comentario de González no resta importancia al trasfondo de la cuestión.

Es evidente que algunos colectivos importantes del ‘establishment’ español, empezando por empresarios y banqueros, miran con notable aprensión la desafección creciente de la sociedad hacia los partidos políticos tradicionales. Las últimas encuestas hablan de que, en el mejor de los casos, entre el PP y el PSOE pueden conseguir en torno al 60% de los votos en unos eventuales comicios.

Lo cual dejaría un dibujo del arco parlamentario extraordinariamente abierto y, por lo tanto, difícil de constituir, al menos con los cánones actuales. Esa posibilidad genera nerviosismo en algunos y por eso se han aprestado a empezar a ensayar el relato de modelos que puedan venir a paliar esa distorsión.

Si hubiera que situar de alguna manera el origen de estos movimientos de la aristocracia de la sociología patria, probablemente fuera conveniente mirar en las cercanías de los movimientos que provoca en algunas capas sociales el auge del independentismo catalán. Ciertas élites están convencidas de que el ‘abracadabrante’ proceso que impulsan ERC y los suyos tiene ahora posibilidades de completarse.

Y ese horizonte les sirve de coartada para conectar con aquellos temores patrios de principios del Siglo XX, cuando la misma idea, la de una ‘patria que se rompe’, se convirtió en uno de los nutrientes más destacados del movimiento insurreccional que engendró el golpe de estado militar de 1936.

A causa de ciertas reminiscencias histórico-ideológicas y del desconocimiento que existe sobre hacia adónde dirige sus pasos la sociedad, lo cierto es que esos líderes, al menos en el capítulo del interés económico español, llevan tiempo preocupados con ese planteamiento ‘insurrecional-independentista’ y buscan pociones milagrosas con que atajarlo.

Ciertamente los remedios tienen mucho más que ver con el pasado que con el futuro y, quizá por eso, este grupo vivió un momento ‘mágico’ en aquel ‘cara a cara’ que mantuvieron, también en ‘La Sexta’ el propio Felipe González y el presidente del Govern catalán Artur Mas.

De allí, surgió la idea de nuclear en torno a alguna personalidad, lo que ellos definen como el mantenimiento de la unidad de España. A partir de aquel momento, la figura de González fue instruida como un potencial protagonista de estas iniciativas a lo cual, que se sepa, el expresidente se han negado hasta el momento con insistencia.

Pero la idea se ha mantenido y ha abierto la puerta a otro elemento de salvación de la patria, del que hablábamos al principio de este artículo: la unión de los dos grandes partidos españoles, ante un eventual resultado electoral que generara una cámara fragmentada. Por mucho que si sucediera, eso representaría la voluntad de unos ciudadanos hastiados de que sus intereses no sean defendidos por la mansa ‘partitocracia’ dominante.

Pero, eso es lo de menos. Se trataría, dicen, de mantener la estabilidad dentro del respeto a las reglas democráticas. Y ya, de ahí para adelante, lo mejor esa sería, claro, esa ‘Grosse Koalition’ del que ha empezado a hablarse.

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