Madrid merece vivir

Especial XXII Aniversario

Madrid merece vivir

Jaime Lissavetzky, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid

A la carga de la tremenda crisis económica, los madrileños suman otro obstáculo: su propio Ayuntamiento, endeudado por años de fiesta, pompa y boato; Madrid es noticia, pero no por lo que debería serlo. El empuje, la creatividad, las ideas innovadoras y la capacidad de emprendimiento de los madrileños tendrían que ser la imagen que la ciudad proyecta al mundo. Gracias a quienes viven esta ciudad, Madrid sigue teniendo pulso. Sin embargo, solo sobrevive cuando merece Vivir (con mayúscula). Y es que, a la carga de la tremenda crisis económica, los madrileños suman otro obstáculo: su propio Ayuntamiento, endeudado por años de fiesta, pompa y boato; e incapaz de aportar ideas o proyectos. Ni siquiera acompaña y apoya las iniciativas de sus ciudadanos.

Madrid no perderá nunca su espíritu y su empuje pero, como en cualquier otra ciudad del mundo, se resiente ante políticas que no surgen de un conocimiento real y directo de sus calles. O ante medidas que suponen un ataque frontal a sus ciudadanos, como la pérdida de derechos y de servicios sociales ganados a pulso. Lamentablemente, esta es la realidad de los madrileños desde hace tiempo. Se nota en la calidad del aire; se nota en el mantenimiento y limpieza, externalizada y menguada, de sus calles; se nota en la nula política industrial –en el último año se han perdido el 5,1% de los puestos de trabajo en el sector-; se nota en el estrangulamiento de los teatros municipales o en el paulatino cierre de cines; y se nota en la caída del turismo. Este hecho también ha copado la actualidad informativa de los últimos días y ha despertado de su letargo al equipo de Gobierno y a su alcaldesa, Ana Botella, de repente preocupados por la situación del aeropuerto de Barajas. Llegan tarde. Esperemos que, al menos en este asunto, se peleen por su ciudad.

Enfatiza también la regidora la necesidad de apostar por nuevas vías, como el turismo de compras. Es importante que se exploren nuevos mercados turísticos pero los titulares deben acompañarse con proyectos, ideas y hechos. De todo eso, el Ayuntamiento anda escaso. En los dos últimos años, la ciudad ha perdido el 22% de sus locales comerciales. Cada día, siete comercios echan el cierre. Los supuestos esfuerzos municipales por reactivar la economía han resultado un fracaso, como el pretendido ‘Silicon Valley’ que el Consistorio pensaba engendrar en el centro de la ciudad de la mano de empresas creativas y culturales. De 1,8 millones de euros previstos, las ayudas se han quedado en poco más de 1.800 euros repartidos entre ocho emprendedores. Con tales antecedentes, resulta poco creíble que Madrid ‘tax free’, el nuevo gran proyecto estrella de la alcaldesa (y ya van unos cuantos), cumpla sus objetivos.

Ana Botella se molesta cuando escucha críticas como éstas y, últimamente, parece acusar a quienes las realizan de no querer a Madrid. Lo considero un error. Precisamente quienes quieren a Madrid sufren al ver su parálisis y el desequilibrio social y territorial de la ciudad. Para refutar esta visión, en mi opinión generalizada, Botella tira de agenda cultural. Hace bien, debería acudir a las múltiples actividades que los madrileños organizan en muchas ocasiones a pesar de su Ayuntamiento. Debería asistir, participar y apoyarlas en lugar de reivindicarlas como propias, porque no tiene derecho a hacerlo. Madrid no es suya. No se puede conocer una ciudad desde un mirador del Palacio de Cibeles.

Más información