Un año marcado por la crisis y los recortes

Opinión

Un año marcado por la crisis y los recortes

Para la Unión General de Trabajadores, a la hora de realizar un balance de lo acontecido en 2012, tiene que estar enmarcado, necesariamente, cuál es la situación de los trabajadores y trabajadoras, si han mejorado ó empeorado sus condiciones de vida y de trabajo, y por supuesto, si está situación evoluciona favorablemente ó no.

En este sentido, este año, el 2012, lo podemos calificar de nefasto en el terreno laboral y también en lo relativo a la situación económica y social.

Un año que se inició con la aprobación y puesta en marcha de una reforma laboral que rompe con los equilibrios básicos de las relaciones laborales que, desde la transición democrática, han permitido un gran progreso experimentado en nuestro país.

Un cambio legislativo radical que se dijo, por parte del Gobierno del Partido Popular, era para crear empleo y que se ha traducido en un aumento de más de 500.000 nuevos desempleados y desempleadas en nuestro país.

Tan sólo en la Comunidad de Madrid el desempleo alcanza a 628.200 personas (EPA tercer trimestre 2012). Muchos de ellos han agotado las prestaciones y ayudas y se encuentran, junto a sus familias, en una situación dramática. La plasmación está en el aumento del número de desahucios que tienen su origen inmediato en la pérdida del empleo y la imposibilidad de poder hacer frente al pago de las cuotas de la hipoteca.
Y si atendemos a las previsiones económicas para el próximo año, el desempleo seguirá aumentando.

Podemos decir, con los resultados sobre la mesa, que la reforma laboral del Gobierno del Sr Rajoy, no sólo no ha fracasado, sino que, de no corregirse, va a ser un grave impedimento para salir de la crisis.

En un segundo término hay que hablar de los recortes, de unas políticas de ajuste aplicadas hasta las últimas consecuencias, de manera obsesiva por el Partido Popular y que está empobreciendo de manera irresponsable al conjunto de la población.

Recortes en educación, sanidad, inversión productiva, investigación, desarrollo, cultura y un largo etcétera que, como se ha dicho con acierto, va a arrasar en meses lo que ha costado construir, con gran esfuerzo, durante décadas.

Y es que, a falta de resultados económicos, se insiste en la aplicación ciega de un catecismo, el del liberalismo económico, que pasa por duros recortes que afectan a las rentas de los ciudadanos y que, aprovechando la coyuntura y el miedo, aplica recortes, también, de derechos civiles y constitucionales.

Por estos motivos, principalmente, se han convocado, también en este año, dos huelgas generales. Con un amplio seguimiento por parte de los trabajadores y trabajadoras conscientes de lo que está en juego y también en solidaridad con aquellos que, por sus circunstancias, no pueden ejercer este derecho.

Una gran participación de la ciudadanía en las manifestaciones convocadas y que han inundado las calles de las ciudades de este país, con millones de personas reclamando, exigiendo, el respeto a sus derechos y su dignidad, colocándose frente a un Gobierno que ha incumplido, mintiendo, sus promesas y su programa electoral.

Dos huelgas generales que han sido y son, del mismo modo, dos oportunidades para que el Gobierno reconduzca una política sin resultados económicos, que incrementa el número de parados y nos empobrece.

Debería ser el tiempo del diálogo, de la búsqueda de consensos, de las políticas de Estado, dejando al margen los intereses partidistas en un momento de emergencia social. Los ciudadanos esperan soluciones de sus representantes políticos y no el agravamiento de sus problemas.

Creo sinceramente que necesitamos en este país líderes que sean capaces de hilvanar las capacidades individuales y ponerlas al servicio del progreso colectivo, del crecimiento económico, del empleo y de una mayor cohesión social.

El año 2013, que en pocas semanas comienza, podrá estar marcado, a lo largo de sus meses, por la persistencia en los errores o por la búsqueda de fórmulas que, como en otros países de referencia, están orientadas hacia la senda del crecimiento económico y, también, del progreso social.

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