El duque trotón

Opinión

El duque trotón

Habitualmente se es duque por una herencia y en ese caso no es necesario correr, basta con nacer de papá y de mamá para demostrar un pedigrí suficiente para jugar al golf en el Puerta de Hierro sin que te mire mal la gente bien, también ayuda tener una nurse alemana de las que salieron huyendo del Este. El otro camino para entrar en la aristocracia es matrimoniar con cachorro de grande de España para adquirir de manera simultánea todas las prebendas que lleva asociadas la noble alcurnia.

Urdangarin entró por la puerta de la grandeza sin haber hecho oposiciones y dado su tamaño se colocó junto al príncipe Felipe que era el techo de la monarquía, pero pronto Iñaki salió más rana que príncipe y se torcieron los negocios. No hubo paparazzi en Washington o en Barcelona de los que no saliera por patas huyendo a trote cochinero. Hay un Iñaki que se detiene apurado ante los periodistas del juzgado de Palma y otro que hace el ridículo cuando ve una cámara Kodak. Tiene vocación de “El Vaquilla”, por si acaso tira para adelante por si los maderos quisieran hacerle unas preguntas.

Lo peor que podía hacer es esconderse tras las faldas de la reina para evitar que les siguieran pero le buscan aunque se esconda detrás de Las Meninas. En el Museo de Cera le han sacado en una carretilla que es poco noble.

El juicio Nóos promete más que el de la Pantoja donde se ven episodios de la España profunda y tonadillera. Pero este Iñaki faltón no tendrá copla como María de las Mercedes cuando se vaya de Sevilla. Que dé gracias si Los Chichos le dedican un estribillo.

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