Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros

Cenáculos y mentideros

Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros

Pedro Sánchez, exsecretario general del PSOE

Pero, claro, si no son capaces de tratarse con cariño entre ellos mismos, ¿qué podemos esperar los ajenos? Con suerte, un silencio indiferente: qué molestos son estos periodistas;, pues ¿no pretenden que el portavoz hable? La política es cruel. Bueno, supongo que como el periodismo o las grandes, medianas y pequeñas empresas. Vae victis, ay de los vencidos, que decían los romanos. Salgo del Senado con una compañera y encontramos a quien lo fue casi todo, o al menos mucho, en el Partido Popular; va tristísimo porque le han excluido de la ‘nueva’ –bueno, no tan nueva—ejecutiva en el reciente congreso del partido. “Con lo que yo he hecho por ellos”, dice. Sí, ya habla de ‘ellos’, aunque, cuando el coche oficial, era ‘nosotros’. Se aleja en un taxi. Por la tarde, en la Cámara Baja, compruebo que a los derrotados en la asamblea de Vistalegre los han relegado en los escaños. Ya no está Errejón junto a Iglesias, palmeándose con cariño –o no—el rostro; ahora, el puesto de Errejón lo ocupa la primera dama –así la llaman, palabra, algunos de sus compañeros–. Y Tania Sánchez, antaño estrella ascendente, ha sido enviada a la última fila. No hay generosidad, ni siquiera estética, para el perdedor.
 
En el PSOE es casi peor. Las distintas fracciones, antes tan hermanadas, dicen pestes las unas de las otras. Quienes hace un par de meses se alineaban en camaradería indisoluble hoy se odian, distanciados: se llaman ‘locos’ o ‘traidores’. Aseguran, y es verdad, que Pedro Sánchez ya no se habla con ninguno de los ‘barones’ territoriales, comenzando, claro, por Susana Díaz, que propició su ascenso hace dos años y medio y ahora no le dirige la palabra, aunque sí le dedique no pocas invectivas: si gana el uno, que se vaya preparando el otro, porque no habrá piedad. Puede, sí, que, en cambio, haya ruptura en dos pedazos. Con lo unidos que parecían, recuerda usted, en los mítines de la última campaña electoral…
 
Me dice Miquel Iceta, el líder del socialismo catalán, que es una de las pocas personas que habla claro en este secarral político nuestro, lleno de disimulos y zancadillas, que España no es país de pactos, sino de treguas. Me comenta esta frase, que juzgo afortunada, tras un desayuno en el que congrega –acaso es el único que puede hacerlo a estas alturas—a representantes de todas las familias socialistas, comenzando por el portavoz de la gestora, Mario Jiménez, que nos suelta un desplante a los periodistas: “no pienso hacer ninguna declaración”. Justo lo que jamás debe decir un portavoz; esa es, señor Jiménez, una enorme contradicción: que un portavoz nos niegue la palabra. Pues ¿no le pagábamos para que nos diese, al menos, unas migajas verbales?
 
Pero, claro, si no son capaces de tratarse con cariño entre ellos mismos, ¿qué podemos esperar los ajenos? Con suerte, un silencio indiferente: qué molestos son estos periodistas;, pues ¿no pretenden que el portavoz hable?
 
Digo yo que la Nueva Política habría de consistir en dedicarle al menos una palmada –con la mano abierta y sin puñal, por favor—al correligionario caído, y al menos algunas frases a quienes, como los chicos de la prensa, son intermediarios entre quienes se proclaman nuestros representantes y la opinión pública. Lo demás, que es lo de siempre, ya lo resumió en célebre frase creo que el canciller Schröder: “hay enemigos, enemigos a muerte y correligionarios”. Y entonces, eso: a la última fila, con escarnio público, a qjuien tuvo la osadía de enfrentarse al líder. Que el que se mueve no sale en la foto y, como se porte mal, mucho menos será candidato a nada allá por 2019. A sumergirse, que vienen los emergentes.
 
Cenáculos y Mentideros

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