¡Qué vienen los rojos! El único programa de PP, PSOE y Ciudadanos

Detrás de la cortina

¡Qué vienen los rojos! El único programa de PP, PSOE y Ciudadanos

Los rivales de Pablo Iglesias y Alberto Garzón recurren al discurso del miedo para frenar el impulso de la coalición forjada por Podemos e IU. Ya lo saben. La coalición electoral que han forjado, IU y Podemos, se va a llamar Unidos Podemos. De modo que, al final, no era tan difícil como algunos sesudos analistas vaticinaban bautizar la alianza entre las huestes de Pablo Iglesias y Alberto Garzón, destinada, sobre todo, a luchar contra la pérfida Ley D’Hont, el blindaje con el que se dotó el antiguo bipartidismo reinante desde la transición de 1978, para asegurarse la alternancia en el poder y que tanto el PP como el PSOE, en sus respectivas etapas de Gobierno, se han encargado de mantener a lo largo de los años, como su bien más preciado y su auténtico seguro contra cualquier riesgo.

Porque al final sólo estamos hablando de eso, en realidad. Y los militante y simpatizantes de IU lo saben mejor que nadie. Esas palmaditas en la espalda que siempre han recibido, provenían de ahí. De su capacidad de ejercer de tontos útiles, de captar un millón y pico de votos en todo el Estado, a veces algunos más y otras algunos menos, y tener luego serios problemas siempre para conseguir un grupo parlamentario propio.

En el juego corto de los restos, donde los escaños se deciden por un mínimo puñado de votos y en recuentos apretados, los ‘comunistas’ han prestado siempre unos servicios impagables a sus rivales socialdemócratas y conservadores, porque sus papeletas no sumaban nunca lo suficiente para que les permitieran obtener los parlamentarios en litigio y sí servían, sin embargo, para asegurar, como decía ABBA, que el ganador se lo llevara todo.

En los dos últimos procesos electorales celebrados hasta ahora de ámbito más o menos estatal, las consecuencias para IU de esa injusticia legal y los beneficios obtenidos por sus adversarios han quedado patentes de modo casi dramático. Basta con tomar como ejemplo lo sucedido en las pasadas elecciones autonómicas y municipales que tuvieron lugar en la Comunidad de Madrid y Madrid capital, dos circunscripciones de gran importancia siempre para la coalición de izquierdas.

Pues bien, ya saben. IU no obtuvo ni parlamentarios ni concejales y, sin embargo, impidió que Ahora Madrid, coalición en la que se integraron algunos críticos salidos de sus propias filas, consiguiera una victoria holgada y facilitó a Cristina Cifuentes retener para el PP la presidencia de la autonomía.

Así que, desde un punto de vista práctico, que quizá no sea el único admisible a la hora de analizar esta cuestión, la decisión adoptada por Alberto Garzón a la hora de buscar esa alianza con Podemos que ha sacudido el panorama preelectoral es la correcta. Por muchas tensiones que provoque en determinadas provincias por aquello de que en la elaboración de las listas siempre hay ganadores y perdedores y que, quien más quien menos, aspira a un puesto de salida y en ninguna organización política regional, sea del color ideológico que sea, han sido, ni serán, nunca bien recibidos los paracaidistas y los ‘cuneros’ impuestos por la dirección.

Y claro. El pacto también resulta conveniente para Podemos porque frenas las fugas de votos que proliferaban por su izquierda y revitaliza la imagen, algo dañada por el fragor de la batalla, de un Pablo Iglesias que ya no es ese jovencito tan simpático de la coleta que dice verdades como puños. Pero, a mi entender, hay que ser muy cínico para criticar que los partidos, viejos nuevos o de edad indefinida, tomen decisiones motivadas únicamente por sus intereses electorales, sobre todo si uno se dedica también a la actividad política. Más que nada por aquello de que “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

De modo que estos ‘chicos malos’ han decidido buscar una fórmula que les permita inyectar un poco de ilusión en su electorado potencial, y convertirse en una máquina competitiva con aspiraciones de rebañar muchos escaños en las peleas en el barro de los restos. Pero ¡Qué desfachatez! ¡Cómo se les ocurre tal cosa!… ¿No pretenderán ganar las elecciones y formar gobierno? ¿Dónde se ha visto eso? Y esas airadas reacciones ante el pacto IU-Podemos, que han surgido desde los campamentos rivales antes incluso de que Unidos Podemos fuera una realidad tangible, demuestran, tal y como yo lo veo, que los responsables de estas fuerzas políticas han tomado una decisión correcta.

Se comprende también, por mucho que no sea fácil admitirlo, que el PP recurra rápidamente al discurso del miedo, el frentismo y el tradicional tablero de juego político de las ‘dos Españas’ para intentar parar el golpe y hasta sacar partido de la situación si es posible.

Es verdad que, sobre todo a los populares, les conviene ‘mojar el césped’ y entrar en una campaña polarizada al máximo, donde el peligro comunista y la necesidad de sumar fuerzas para evitar la entronización de un ‘hijo politico’ de Hugo Chávez mueva el voto útil que necesitan para recuperar todos los sufragios que han perdido por culpa de la corrupción. Porque sí amigos míos. Aunque parezca mentira hay muchos votantes de derechas que son conservadores y apoyan la ideología económica neoliberal, pero están tan hartos de subvencionar chupópteros como los demás.

Pero esa cantinela no le va a ser tan rentable como parece a Ciudadanos, un partido que, como explica algún ‘videoblogero’ de análisis atinado, sólo puede crecer mientras el PP le permita hacerlo. Es decir que no tiene más hueco que jugárselo todo a la carta de la regeneración política y que tiene muy poco que ganar con esas diatribas ‘antifrente’ popular a las que su líder Albert Rivera se ha sumado con entusiasmo desde el minuto uno.

Tal vez sea, como algún observador malicioso ha apuntado ya por ahí, porque a lo mejor Rivera sabe que su futuro y el de su partido no están destinados a coincidir. Lo mismo el político catalán puede terminar convertido en ese líder joven y limpio que necesita la derecha española. Al fin y al cabo, como se vio cuando José María Aznar emergió desde las ruinas de aquella vieja Alianza Popular, las siglas pueden cambiarse si resulta conveniente.

Pero, lo que más sorprende, es la actitud del PSOE y el entusiasmo con que casi todos sus líderes, sus terminales mediáticos y sus ‘opinadores’ afines se han sumado a esta ola ‘anticomunista’ que nos invade. ¿De verdad creen sus lucidas cabezas pensantes qué pueden repetir ahora el éxito que tuvo Felipe González cuando se enfrentó a Julio Anguita con la cantinela de la pinza?

La verdad es que lo dudamos seriamente. Por mucho que la tropa este encantada con la repetición de la jugada y se agarre al clavo ardiendo de este ‘argumentario’ rancio para sobrevivir, es obvio que tipos de inteligencia tan acreditada como ese mismo expresidente del Gobierno y alguno más, saben perfectamente que el contexto actual no se parece en nada al anterior.

Lo que tienen enfrente ahora es una oferta electoral que puede, perfectamente, superarles en número de votos y hasta en escaños. Esto es un trasatlántico y nada que ver con aquel barquito que conducía el político cordobés y que aspiraba, en el mejor de los casos que nunca llegó, a obtener una treintena de parlamentarios.

Entonces, ¿Por qué lo hacen? No es fácil saberlo, pero hay quien dice que hay un sector del partido al que no le importa demasiado, de momento, que el PSOE deje de ser una opción nacional para convertirse en algo así como una formación nacionalista andaluza con unas cuantas sucursales en el resto del estado. Serían aquellos que aún están comprometido por culpa de la amenaza que suponer el famoso ‘caso de los Eres’ y que sólo aspiran a mantener a Ferraz bajo control. Son ellos quienes han diseñado una estrategia imposible que obliga a Pedro Sánchez a correr hacia un abismo cierto, sumándose a las estrategias de la derecha.

Y cuando el madrileño se hunda buscarán a otro testaferro (o ‘testaferra’) para que ocupe la secretaria general. Todo antes que permitir un liderazgo fuerte que renueve de verdad el partido y elabore un programa de izquierdas con verdaderas posibilidades de ganar. Menos mal que, como siempre estas ideas son simples elucubraciones de mentes calenturientas. Cuentos que cuentan viejos ‘anguitistas’ desesperados que nunca han sabido de que va esto y lo único que hacen es mentir para desacreditar a sus viejos enemigos ‘felipistas’…¿Verdad?

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