Venezuela: recomposición de la política

Transiciones

Venezuela: recomposición de la política

Política transicional

Por razones, incomprendidas por muchos, hubo una “elección crítica” (Key); pero,… ¡para nada! Muy pocos del cotarro democrático entendieron el fondo de lo que pasó. Nuestro objeto es el largo plazo; pero, inevitable la inmersión en la actualidad. Venezuela, como el personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa, “habló” el 6 de diciembre de un potencial cambio sustancial de la política, sin saberlo ni esperarlo.

Por razones, incomprendidas por muchos, hubo una “elección crítica” (Key); pero,… ¡para nada! Muy pocos del cotarro democrático entendieron el fondo de lo que pasó. Los ganadores no supieron qué hacer con la victoria y las condiciones que la permitieron, mientras que los perdedores se aprovecharon, campantes en su ruta al totalitarismo miserable a lo castrista.

Veamos el lado opositor. Aquejados de un mal secular de la política venezolana, los demócratas no tienen ni un futuro explícito, ni –sobre todo- la hoja de ruta correspondiente. Eso los hace estériles. Esos recursos no los tuvo enteramente Betancourt, único exponente de una política weberianamente racional en el país, con todos sus grandes méritos. Menos lo tienen sus mediocres herederos, tradicionales o carismáticos, imbuidos de rentismo y prebendarismo.

Venezuela perdió la oportunidad del 6D. Los jefes de la política democrática no supieron blindar su “maná”. Las amenazas presentes se convirtieron en debilidades a paso acelerado. Cuál futuro y cómo lograrlo no son preguntas respondidas por ellos.

Sin embargo, la imperiosidad del cambio es extendida en Venezuela: el país va hoy rumbo a la entrega definitiva a la voracidad castrista, china, rusa, iraní, etc., en sociedad con otros, relacionados en la caja negra (para los venezolanos) del diálogo USA-Cuba.

Pero, pasa que la creciente debilidad, las amenazas progresivas y en aceleración y la imperiosidad del cambio son la puerta para otra política democrática. Con muchos de los agentes actuales; pero, con otro liderazgo. El corporativismo rentista prebendario no pare futuros. Ese nefasto Juego Suma-Positiva que subterráneamente avanzan liderazgos de lado y lado, y que tanto defienden intelectuales orgánicos, no lleva al mañana.

La política democrática venezolana debe ser recompuesta. El juego es Suma-Cero: o el sistema actual o un parto de futuros. Liderazgo, vocación de poder, visión de país y hoja de ruta marcan la diferencia. No es solo el modelo destructor, entreguista y delincuente actual, sino el sistema de complicidades y complacencia en que se monta. Lo primero debe desplazar lo segundo.

La metáfora que proponemos es rupturista. Sí, es radical; o sea, que va a las raíces. No es cambio de caras, sino de fondo. No es de acciones, sino de las bases permanentes para otras, de mayor eficiencia y eficacia en el logro de la imagen de futuro necesaria: una democracia republicana avanzada y un mercado institucionalizado.

En la agrupación partidista unitaria que monopoliza la representación “democrática” no se quiere entender el juego y la “baraja” necesaria. Es una propuesta de recomposición del país, que parte de una recomposición de la política, la economía, los conceptos y valores y lo social; todo, por medio de las instituciones.

Eso lo hemos llamado “Economía Política de la Transición a la Democracia y el Mercado”. Dotarse de futuros y capacidad para lograrlos, recomponer consensos y aventurarse a una política de encuentro con los ingredientes ineludibles para el avance a una consolidación política y económica. No es mucho pedir. Pero, mucho hacer. ¿Quién dijo miedo?

* Santiago José Guevara García
Valencia, Venezuela
[email protected] / @SJGuevaraG1

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