¿Por qué a política?

Especial XXIV Aniversario

¿Por qué a política?

Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid

Febrero es un mes cuyo nombre por sí sólo inspira frío. En pleno invierno mesetario, elijo cobijarme entre las maderas y mármoles de un Café Comercial aromatizado por un diestro y ahorrativo empleo del aceite, que baña churro tras churro y cliente tras cliente. Son de esos sitios donde a la segunda te anticipan el café, ya saben que lo mío es un sólo con hielo, y que compensaré mis tres próximos churros con una triste dosis de sacarina.

Ante mí, una periodista grabadora en ristre, y por delante mi primera entrevista como proyecto de política. A esta sucederán muchas más, casi todas en la misma mesa, inmersas en el oleoso ambiente del Comercial que compensa con un buen café y unas amplias cristaleras de esquinazo de la Glorieta de Bilbao. Advierto cierto escepticismo natural, escepticismo que compartía hasta hace dos días, y me esfuerzo en naturalizar hablar tanto de mí, cuando mi trabajo como abogada me había llevado hasta entonces a hacer propios relatos ajenos. Entonces y ahora sobrevuela un mismo interrogante; qué clase de espécimen lo deja todo para meterse a presunta culpable, es decir, a política. Hoy sostengo que soy la clase de espécimen que no se ha metido a esto para que todo siga igual. Me mueve un pragmatismo franco y la certeza de proponer un proyecto para España, no para votantes de mi partido. Es, al mismo tiempo, la apuesta y cualidad de un partido de centro. El equilibrio.

Desde los extremos y también dentro del eje de la nueva política, Podemos, un partido joven pero “curradito”, salda su mayoría de edad peinando canas y surcado por arrugas prematuras. Recuerdo a un Pablo Iglesias vociferando en un mitin cualquiera, llevado por la euforia de algún gráfico de intención de voto (hoy pasado por agua), que la crisis era necesaria, como preludio de su proyecto mesiánico (no es literal). No le faltaba razón, porque no se entiende el populismo sin la existencia de crisis, sea ésta económica, de confianza o de referencias, como no se entiende la vieja política sin la igualmente vieja excusa de lo malo conocido. Prácticamente desterrados de las últimas encuestas, han visto como se descapitalizaban electoralmente con la misma rapidez con las que se evaporaban sus medidas estrella y pasteleaban con sus espirituosas propuestas.

En otro punto del mapa, y del espectro político, Rajoy. Desde su universo en forma de plasma asiste al discurrir de los acontecimientos en cuyo curso no interviene. Desmontada queda su supuesta habilidad en el manejo de los tiempos. No es habilidad, es neutralidad, pasividad, pereza, parálisis. No sale del Castillo, hace ya tiempo abandonó la tarea de comunicarse con los ciudadanos, si acaso un “que viene el coco” de vez en cuando y un torpe autohomenaje a sus macrocifras, en un país de micropobres, aquellos de los que no han dejado de hablar de “la cosa” en referencia a la crisis.

Sánchez recurre a Juanas, Valerias y Verónicas, tratando de hacer verosímil un relato que por todo fondo tiene el antipepeismo, otro cuento de lobos y caperucitas en el que interesa el voto por exclusión, no por ilusión. Por mor de los cambios de cromos postelectorales, resultan tan podemizados como podemizables, lo que les sitúa tanto en la posición de potencial fagocitador como de fagotizado.

Primeros, segundos y terceros apelan a su electorado, por la vía del desmarque del resto. Conocen muy bien su patrón de votante y saben orientar sus guiños, pero es precisamente esta cosificación del electorado, de las personas, lo que les ha llevado y llevará a un gobierno para minorías, o escuetas mayorías. En definitiva, apuesta y cualidad de un partido de mera izquierda o mera derecha.

Somos muy de acumular, somos de agrupar, etiquetar y colocar, como si nada existiese fuera de nuestros confines admitidos. Etiquetamos hasta por falta de etiqueta.

Y sin embargo, ahí están, el reservorio silencioso de indecisos, un conjunto místico que sin embargo existe, y de filias y fobias lejanos habitantes del planeta del plasma.

*Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid

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