Fuera del tiesto

Atentados de París

Fuera del tiesto

Diego Carcedo

En España, que de terrorismo sabemos algo, las reacción de la gente ha sido unánime en solidaridad con los familiares de las víctimas, en repudiar semejantes barbaridades. Para algunos personajillos públicos, pocos por suerte, parece que ciento treinta asesinados a bocajarro en París no son suficientes para rechazar con total contundencia el terrorismo que en su variante yihadista está ensangrentando el mundo y atemorizando a la humanidad. En España, que de terrorismo sabemos algo, las reacción de la gente ha sido unánime en solidaridad con los familiares de las víctimas, en repudiar semejantes barbaridades – antes ya hubo que lamentar otras muchas en los cinco continentes – y en reconocer sin rodeos la reacción de serenidad adoptada por el Gobierno francés y la seriedad con que se ha tomado el reto de poner fin a esta lacra.

Pero a la unanimidad de la sociedad española en su condena a los terroristas, en este caso del Daesh (ISIS), no le han faltado excepciones. Pocas – siempre hay gente para todo – y sin merecer la más mínima atención si no fuese que algunas frases de comprensión hacia los terroristas y de crítica a quienes les combaten que han sido pronunciadas a escritas por personajes públicos, bien es verdad que de segunda fila, pero en algún caso elegido democráticamente por quienes también nos sentimos amenazados.

No creo que merezca la pena incluir en la lista de los que de manera tan desafortunada mearon verbalmente fuera del tiesto actor chisgarabís Willi Toledo que ya se ha ganado a pulso el desprecio generalizado a su proclividad a expresar sus opiniones con frases escatológicas. Preocupa más, por ejemplo, el insulto de Laura Casielles, portavoz de Podemos, sobre los madrileños que acudieron a expresar su solidaridad a la Embajada de Francia, a los que calificó de “putos fachas” porque al despedirse cantaron la Marsellesa. ¿Será por eso que Podemos no aceptó firmar el Pacto anti Yihadista entre el PP, el PSOE y Ciudadanos?

Alguno reaccionó poco menos que igualando al presidente francés por haber ordenado bombardear Raqqa, el centro de operaciones del Daesh, con los terroristas que han declarado la guerra al resto del mundo. Fue el caso del teniente de alcalde de Barcelona Gerardo Pisarello. Hasta la alcaldesa de Barcelona, que esperemos nunca tenga que pasar por la dura experiencia de su colega parisina, desentonó del sentir general defendiendo un no rotundo a la guerra que quien más quien menos considera que nos ha sido declarada por el yihadismo a cuantos defendemos la libertad.

Algunos comentarios inspirados por el idealismo y el buenismo intentan oponerse a la guerra y persecución de los terroristas y proponen que el enfrentamiento se resuelva a través de las ideas – como propugna Shirin Ebodi, premio Nobel de la Paz – y del diálogo, hablando. Las dos formas excelsas para solucionar un conflicto. Pero hay conflictos y conflictos, detrás de este hay una amenaza que no deja margen ni para negociar y menos para convencer. Hablar, ¿con quién? Sólo sentarse enfrente de alguno de estas bestias, estremece al negociador más templado.

Más información