Las actuaciones sobre el ébola: Estrategia equivocada con demasiadas contradicciones y una gestión desastrosa

Especial XXIII Aniversario

Las actuaciones sobre el ébola: Estrategia equivocada con demasiadas contradicciones y una gestión desastrosa

Marciano Sánchez Bayle

La crisis sobre el Ébola y la forma en que se ha abordado desde España merece hacer algunas consideraciones. La primera tiene que ver con el riesgo de que la enfermedad llegue a nuestro país que, aparte de actuaciones incompetentes como las actuales, se incrementa con el tiempo que dure la epidemia y con el número de personas afectadas y su velocidad de expansión. Recientemente se ha hecho un estudio que señala que la probabilidad relativa de que se produzca un caso en España proveniente desde África era del 14%, probabilidad que se incrementara con el tiempo y el aumento de la expansión de la enfermedad. Como hemos señalado desde la FADSP era una falta de conocimiento el asegurar que el problema no tenia nada que ver con nuestro país. Claro esta que la única respuesta efectiva para evitar el contagio es la erradicación en los países de África y ello supone tanto una ayuda económica importante (ya se sabe que la ayuda a la cooperación internacional es una de las partidas mas recortadas) que les permita tener los medios para tratar los casos y controlar el contagio, y el desplazamiento a la zona de personal sanitario que pueda suplir la casi absoluta carencia del mismo en los países afectados (resulta curioso que solo Cuba y EEUU hayan hecho un esfuerzo al respecto). Y sobre todo hay que tener claro que no se trata de caridad ni de solidaridad humanitaria, que también, sino sobre todo de evitar que la epidemia sobrepase África, por lo que nuestras supuestas autoridades sanitarias deberían ser las mas interesadas en una actuación rápida y eficaz sobre el terreno, solos o en compañía de otros (especialmente la UE, varios de cuyos países se encuentran en una situación de mayor riesgo que el nuestro).

Por eso la actuación del Ministerio de Sanidad repatriando a dos enfermos de Ebola tiene poco sentido, primero porque se hizo básicamente con fines propagandísticos y de manera poco práctica, con los resultados que se conocen, y con un gasto estimado cercano al millón de €, cuando probablemente mas útil hubiera sido utilizar esos fondos para desplazar allí personal y medios para poder atender a los enfermos, lo que también habría tenido efectos positivos sobre otras personas afectadas, que, conviene recordarlo, también son seres humanos.

La segunda es el abordaje del problema que como ya se ha dicho era cuestionable desde el punto de vista sanitario, pero además supone una grave discriminación y una vulneración de la legislación vigente. Conviene recordar que desde que se aprobó el RDL 16/2012 solo tienen derecho a la atención sanitaria las personas aseguradas y que en su desarrollo se excluye de la cobertura sanitaria a las que pasan mas de 90 días en el extranjero, circunstancia esta que cumplían mas que de sobra los dos repatriados por lo que legalmente no tenían cobertura sanitaria y deberían (ellos o la orden religiosa en la que estaban) hacerse cargo con los gastos de su asistencia. Por supuesto esto no quiere decir que se este de acuerdo con el RDL 16/2012, sino que por el contrario es una evidencia mas de lo irracional e injusto que es, y que debería de derogarse inmediatamente, mas aún cuando es el propio Gobierno el que se lo salta a la torera. Y en todo caso lo que no puede ser es que se aplique o no con criterios arbitrarios según se pertenezca o no a una orden religiosa.

La tercera cuestión es la que tiene que ver con el mantenimiento del hospital Carlos III como centro de referencia para el tratamiento de enfermedades infectocontagiosas. Como ya se ha dicho la probabilidad de que el Ebola llega a España no es despreciable y aumenta con el tiempo que dure la epidemia en África y con su expansión, hasta ahora incontrolada, y por ello es especialmente importante que exista en España un centro de estas características. Como es bien conocido este centro se intento convertir en un centro de media y larga estancia en el “Plan de Sostenibilidad” de Lasquetty y aunque se mantuvieron algunos servicios una gran parte de los dispositivos asistenciales dedicados a la atención de estos enfermos, de manera que tuvieron que reabrirse con la primera repatriación de un enfermo de Ebola. La Comunidad de Madrid continua con su intención de cerrarlo como centro de referencia de enfermedades infectocontagiosas ( de hecho el BOCAM acaba de publicar en plena crisis la adjudicación de las obras para su conversión en un centro de media y larga estancia) y el Ministerio de Sanidad, como suele ser habitual, mira para otro lado, a pesar de que es un tema que entra en su responsabilidad mas directa. Es evidente que se trata de un recurso estratégico del Sistema Nacional de Salud que hay que mantener y potenciar porque, ya lo dice la OMS, que estamos en un momento en que el riesgo de pandemias emergentes se ha incrementado de manera notable, y la precariedad de sus medios ha sido determinante en el contagio producido porque la Consejería de Sanidad madrileña asumió el tratamiento de enfermos de Ébola en el hospital Carlos III sin garantizar ni los medios técnicos ni la formación ni el entrenamiento suficiente del personal sanitario que atendía a estos enfermos.

La cuarta es la utilización del conocido como suero Zmapp en el tratamiento de uno de los enfermos. Tampoco parece justificada la utilización de un suero experimental del que no se conoce su composición y del que se tiene una experiencia mínima en humanos y que no ha seguido los ensayos clínicos precisos por lo que se desconocen sus posibles efectos secundarios y su eficacia real en personas y parece irrazonable que el Ministerio de Sanidad lo haya importado y autorizado utilizar. La ausencia de información impide conocer la relación que el uso de este medicamento ha podido tener con el fallecimiento del paciente español, lo que por supuesto no puede descartarse. Por otro lado conviene tener en cuenta que en realidad no conocemos bien la mortalidad de la enfermedad puesto que aunque se ha reseñado un 50% de fallecimientos en los casos conocidos en los países africanos, hay que tener en cuenta que no se sabe si los fallecidos tenían otras coinfecciones frecuentes en la zona (VIH, tuberculosis, malaria, etc.) y que la atención sanitaria que han recibido ha sido mínima, por lo que desconocemos cual seria la evolución en personas sin otras patologías concurrentes y que hubieran recibido una atención sanitaria de calidad, lo que cuestiona aún mas la utilización de terapias experimentales salvo que se haga en el entorno de un ensayo clínico debidamente controlado. Ya sabemos que con frecuencia la industria farmacéutica aprovecha estas situaciones de pánico para hacer su agosto y colocar sus productos a precios elevados.

La quinta es el hecho de que la Comunidad de Madrid cerró el Instituto de Salud Pública y la Dirección General de Salud Pública en 2008, dejando a la región sin organismos con capacidad técnica para abordar emergencias de salud pública lo que cuestiona aun más la decisión de traer a estos enfermos a Madrid.

La sexta es que la Consejería de Sanidad se responsabilizo del seguimiento de los sanitarios que trataron a los enfermos y lo realizo de una manera irregular, sin garantías suficientes. Es bien conocido que cuando la enferma actual informo de que presentaba síntomas no adopto las medidas adecuadas para su tratamiento y aislamiento con los riesgos que ello supone tanto para la enferma como para la diseminación de la enfermedad. Puede asegurarse que la atención a esta enferma no se realizo con las suficientes garantías de seguridad para el personal sanitario y que se tardo mucho en dar información suficiente y en realizar actuaciones preventivas con los contactos.

La séptima ha sido la incompetencia de los supuestos responsables de las administraciones sanitarias, que han gestionado el caso casi de la peor manera posible, la ministra sobrepasada por los hechos e incapaz de dar la cara, por otro lado esta la verborrea y de la indecencia del consejero de sanidad madrileño que intenta trasladar sus responsabilidades a una persona enferma que lo esta por atender voluntariamente y con poco entrenamiento a un enfermo con alto riesgo de contagio. La actitud del Consejero es éticamente despreciable e insultante para los profesionales sanitarios.

La traca final es la intervención de la vicepresidenta y del gobierno quitando competencias a la ministra, una traca porque aunque es obvio que “superSoraya” parece alguien mas preparado para dirigir un problema que Ana Mato, es evidente que tampoco tiene cualificación y conocimientos en la materia y supone una desautorización de la ministra. El comité de crisis al menos se hace incorporando a personas con conocimientos sobre el tema, pero no se entra en el fondo de la cuestión pensando que así se van a ahorrar las necesarias dimisiones de la ministra y el consejero madrileño, en fin un parche a la espera de que haya suerte y no aparezcan nuevos casos.

En todo caso conviene recordar que todo lo sucedido ha puesto en evidencia que el sistema sanitario público es esencial para poder responder a los problemas graves de salud, ante los que el sector privado ni puede ni quiere responder, y que la política de recortes, deterioro y desmantelamiento de la Sanidad Pública que llevamos sufriendo tiene efectos a medio y largo plazo y, unido a una administración sanitaria incompetente disminuye la capacidad de respuesta del sistema sanitario.

En fin, muchas contradicciones, incompetencia, una gestión desastrosa, falta de criterios sanitarios para abordar el problema y clara discriminación en los criterios de atención. Sin embargo el problema no ha desaparecido y para abordarlo habría que asegurar cuatro cuestiones: gestionar de una manera solvente la situación en España lo que a corto plazo no parece difícil, recuperar un dispositivo de salud pública eficaz en la Comunidad de Madrid, mantener el hospital Carlos III como un centro de referencia para el tratamiento, aislamiento y seguimiento de este tipo de infecciones, y de manera urgente controlar la epidemia en África facilitando los medios técnicos, económicos y profesionales para que pueda hacerse. Lo que resulta dudoso es que el Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid, con la falta de criterio sanitario que les caracteriza, sean capaces de adoptar medidas eficaces al respecto, por eso es importante la destitución de la ministra y el consejero, porque se necesitan personas con conocimientos, responsabilidad y capacidad de gestión para afrontar la situación.

*Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública

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