La izquierda necesaria, la izquierda que viene

Especial XXIII Aniversario

La izquierda necesaria, la izquierda que viene

Gaspar Llamazares, diputado de Izquierda Plural

La lenta descomposición política y social de una España subalterna de poderes económicos globales, está llegando a su fin. La lenta descomposición política y social de una España subalterna de poderes económicos globales, está llegando a su fin. La mayoría de los españoles y españolas han pasado de la indignación, y la movilización, a tomar conciencia, a tomar una decisión: España necesita cambiar y vamos a permitir que lo haga; nuevas normas en torno a nuevos consensos que generen otras instituciones; otras formas de representación política; también, obviamente y como venimos vaticinando algunos, otros partidos.

La España que viene se configura hoy; los ciudadanos que seremos lo decidimos hoy. Y los partidos que somos hoy no volveremos a serlo de igual forma nunca jamás.

Las encuestas arrojan una certeza: tras 8 años de crisis y de sufrimiento social, el ciclo de aquella transición post-franquista ha concluido; sus representantes y reglas se disuelven; el entramado institucional está deslegitimado por su inmersión a todos los niveles en el mar de la corrupción; el tradicional sistema de partidos ,asociado a este régimen, se desnuda caduco y agotado, se desmorona. La territorialidad se transmuta en debates más esenciales: libertad por encima de nación. Derecho a decidir, sin más. ¿Qué debe hacer la izquierda en este contexto?

1/ La corrupción estructural asuela nuestra sociedad. Mientras el Partido Popular sólo puede saltar contra el PSOE utilizando el “y tú más” de los EREs y la responsabilidad política de sus presidentes, el PSOE no es capaz de reaccionar con nitidez de manera alternativa a la necesidad de regenerar nuestra vida pública, y elude la responsabilidad de ser absolutamente fieles a la verdad. La izquierda también está salpicada, aquí y allá, y se revuelve, con poco éxito, contra la injusta equiparación a a los dos grandes partidos; otras veces, resulta la muleta variable de terceros para sortear responsabilidades.

¿Será suficiente? En estos momentos nada es suficiente contra la corrupción, el fraude o los comportamientos no éticos: el mantra de la izquierda debe ser limpieza, ejemplaridad, contundencia tanto en lo propio como en zonas aledañas, como socios de gobierno o gobiernos apoyados por nosotros: apuestas legislativas y políticas nítidas y contundentes; exigencia de investigación y de responsabilidades políticas allí donde tengamos conocimiento de esas prácticas.

2/ Con respecto a la izquierda, el Gobierno adopta una actitud de desprecio, apostando por la estrategia del ventilador para intentar equiparar el grado de suciedad al de los partidos del sistema, e incide en la fragmentación del espectro ideológico progresista. Ante ese sesgo debemos mantener la calma: la izquierda se articula en clave de multiplicidad y pluralidad de actores; en torno a programas y objetivos comunes, concretos y calendarizados en una agenda compartida de acción y respuesta social.

Ante el intento de desintegrar esa unicidad de acción, debemos enrocarnos en la similitud de nuestros caminos y de nuestros objetivos prioritarios: derribar al régimen bipartito para levantar entre todos una España social, un sistema justo e igualitario, en el que la mayoría del pueblo español puede tener más y mejores esperanzas de vida, más y mejor calidad de vida.

3/ Al desplome del bipartidismo, hoy hay que añadir el fin de la alternancia política y un escenario social, político y, en última instancia electoral, extraordinariamente inestable e inflamable, en cuyo calendario la cita de las municipales y autonómicas, sin descartar un posible adelanto electoral de las generales, se muestra como la ocasión ideal para, desde las administraciones más cercanas a los ciudadanos/as, ahonde en el cambio del sistema que sustenta este Estado.

Este cambio empieza por superar la forma de organización de los partidos que están, pero también de los que vienen, porque el cambio de paradigma no sólo afecta a la consulta de las bases o al trabajo en red, sino a la existencia de direcciones plurales e integradoras, descentralizadas y con la toma de decisiones por consenso, no por aplastamiento; no son otros partidos tan sólo, la necesidad se trata de «otro tipo de partidos», en su concepción y en la forma de articularlos, pero también en su representación política: porque no sólo deben reproducir vanguardias o ser correas de transmisión de los movimientos sociales, sino ser formaciones plurales y mestizas, con más mezcla y con menos disolución. Como la misma sociedad, como la propia izquierda.

De ‘el momento es ahora’ que algunos clamábamos ante las elecciones europeas, hemos pasado al ‘ahora o nunca’, ‘ahora o jamás’, de las próximas autonómicas y generales.

4/ La izquierda se encuentra con el pie cambiado en el Estado de cara a esos próximos compromisos electorales. La desorientación es profunda y la división de pareceres, después del error estratégico, político a la postre, de las pasadas elecciones europeas, inciden en que las organizaciones se encuentren entre la subsidiariedad de otros actores políticos, la interiorización de las primarias como mero pulso de familias y la imposibilidad de investigar/depurar las irregularidades propias y aledañas. Este letargo puede llevar a “la casa común de la izquierda” a ser el reducto de unos cuántos fanáticos de sí mismos. Ante esta orfandad, debemos mantener los principios que nos llevaron a ser alternativa política y a estar en el inicio del derrocamiento del régimen del 78.

Por su parte, Izquierda Abierta (IzAb), como viene haciendo desde su creación, no siempre de la mejor forma entendida y en menor grado atendida, reforzará su identidad y la compartirá en este momento tan importante para el futuro de la gente, la política y la izquierda, proponiendo a todas aquellas organizaciones hermanas, de las que formamos parte o con las que colaboramos activamente, una hoja de ruta común: honestidad, apertura, participación, apuesta por candidaturas ciudadanas y frentes amplios (Ganemos u otras fórmulas), que permitan la profunda transformación y regeneración del país; y la franqueza, leal en nuestros planteamientos y autocríticas, fraternal y amable en nuestra militancia.

IzAb propone una hoja de ruta contundente y pro-activa, en distintos ámbitos, y que afectan tanto al devenir concreto de la izquierda española como a dinámicas propias para cambiar el país y ganar España. Podríamos resumirlo en tres puntos:

1/ Disolución del PP y adelanto electoral. El PP está inhabilitado para gobernar por su putrefacción estructural y por demostrarse una red corrupta político financiera que es irrecuperable. No se trata de pedir perdón por elegir y no controlar a corruptos, se trata de una forma opaca de financiación del partido que ahora gobierna el país, y de enriquecimiento ilícito de aquellos que hoy deciden por nosotros. Asumir responsabilidades y convocar elecciones es la única salida.

2/ El PSOE no es alternativa. Continúa su desgaste; en Madrid con la implicación por corrupción del alcalde de Parla y la desautorización de Tomás Gómez; en Cataluña perdido y marginal, fruto de su indefinición con respecto al debate soberanista; en Andalucía, cada vez más endeble su gobierno con nuevos casos de corrupción y presupuestos que impiden políticas alternativas y sociales; en Europa, la connivencia con conservadores y liberales les impide haber censurado rotundamente a Juncker. Se encuentra en una encrucijada ética y política: sanearse o renunciar a su credibilidad, para siempre.

3/ Izquierda Unida debe mostrar, y demostrar, que ha entendido el mensaje, y debe hacerlo YA. Una opción política coherente, nítidamente de izquierdas, actual en sus formas de organizarse y de relacionarse con la sociedad, plural y respetuosa con la riqueza de matices y posicionamientos de la izquierda, propia y ajena, debe profundizar los cambios de inmediato. Para ello, frente a la confusión actual, debemos definir y concretar la hoja de ruta de nuestro «proceso constituyente» y frenar el golpe de mercado para construir una alternativa de país. Pero eso requiere una clase o bloque social constituyente y un programa básico incluyente, que sean mayoritarios, y están por definir.

De todo ello depende el futuro del país, el de su ciudadanía, y el propio de la izquierda misma en España.

*Gaspar Llamazares, miembro de las ejecutivas de IU e Izquierda Abierta y diputado de la Izquierda Plural

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