Hasta ahora la cerveza tenía cierta mala prensa como inhibidora de la libido, vaya usted a saber si es cierto, pero estas cosas cambian que es una barbaridad y acaba de inventarse la cerveza «hot», que traducido al cristiano viene a ser cerveza erótica. La inventó un fabricante de Baviera, un tal Jürgen Hopf, quien asegura que en la cama, con una buena contraparte, su cerveza es más eficaz que la propia Viagra. No lo sé, no tengo elementos para comparar, pero quienes han experimentado con ambos estimulantes aseguran simple y llanamente que desde que consumen cerveza «hot», además de ahorrar una pasta, ya no tienen tiempo de ver la televisión. Lo siento, en cuanto llegue a España, por los productores de basura audiovisual que pueden quedarse sin clientes.
Jürgen no quiere revelar su secreto, es lógico; sólo ha dado una pista y es que la clave del erotismo que provoca esté en el hierro que contiene la cebada que utiliza en la elaboración. Habrá más ingredientes, piensa uno, que no puede eludir cierto escepticismo ante tantas virtudes como su inventor exhibe al promocionar los milagros y excelencias de su refrescante y al tiempo estimulante creación. En espera de referencias directas, uno lo peor que le ve a la cerveza «hot» es el condenado nombre que, no sin cierta concesión a su vanidad personal, le ha puesto el benéfico don Jürgen: «Hopf Evortik Bier». Un poco engorroso, sí, para los que no andamos nada sobrados de alemán, pero qué le vamos a hacer. Paciencia e insistir si el camarero no nos entiende a la primera. Lo de Hopf es, por supuesto, por el apellido del inventor y lo de bier, por cerveza, que hasta ahí uno sí llega.
Tampoco consta en las primeras informaciones que con escasa diligencia han distribuido las agencias noticiosas, cual será el precio de la caña, su composición alcohólica – pensando mayormente en los musulmanes – y quien es en la pareja quien tiene que consumirla para que luego las cosas vayan de maravilla, aunque eso bien mirado es algo que se supone.
