Y CON LAS PUTAS, ¿QUE HACEMOS?

Opinión

Y CON LAS PUTAS, ¿QUE HACEMOS?

Pues hombre, perdón por la metáfora, pero es que el país, mayormente el país que opina de lo divino y lo humano, se ha hecho estos días la picha un lío con el futuro laboral de las pobres putas. Estábamos tan tranquilos, esperando indolentes la llegada de la gripe A y pelín sofronizados con la crisis que nos va a dejar a medio turrón estas navidades, y de pronto nos surge la duda histórica de cómo afrontar el sexo a tocateja o, dicho de manera más finolis, como encauzar el futuro de la prostitución. Tal y como si la prostitución fuese algo nuevo en nuestras vidas y en nuestros ancestros pecaminosos, que eso, nada. ¿No hemos quedado que es la profesión más antigua del mundo? Bueno, si la palabra profesión no gusta, pues actividad. Porque, que la prostitución o jodienda de pago es una actividad empresarial consolidada con el paso de los siglos, ahora incluso entronizada en las páginas de muchos periódicos que se lucran con sus ingresos – EL BOLETIN nunca ha caído en semejante dependencia –, no habrá lector ni lectora que se atreva a negármelo. Pero de pronto nos acabamos de avenir en que todo eso hay que discutirlo y quien más quien menos tiene al respecto sus criterios más o menos sumidos en la imprecisión y la ambigüedad. Para mí que quien ha expresado su opinión de una manera más clara, como sin duda procede en su cargo y ante semejante dilema, es el ministro del Interior. Pérez Rubalcaba, que es político de verbo brillante e imaginativo, no se ha andado por las ramas: la prostitución casi habría que prohibirla, aseguró. Casi, no se nos oculte el matiz. La cuestión ahora no es cómo se la prohíbe sino como casi; quizás, no sé, dejando un resquicio en la Ley para que quien más quien menos pueda seguir echando una cana al aire con cargo al presupuesto familiar o la contraparte continuar haciendo con su cuerpo, gratis o previo cobro por su utilización, lo que le dé la gana que para eso es suyo y tiene que alimentarlo. Porque ahí está el quid de la cuestión, que la prostitución al final es cosa de dos aunque con las voluntades libres sumadas de una en una.

Más información